Estando Samuel dormido, cerca de Elí, escuchó una voz que le llamaba y pensó que era Elí que algo necesitaba. Él estaba acostumbrado a obedecer, por eso se levantó inmediatamente las tres veces que fue llamado. Luego de la tercera vez Elí entendió que Dios estaba intentando llamar a Samuel, por eso le dijo que si la voz llamare de nuevo, dirá: «Habla, Señor; tu siervo te escucha». A la luz de este relato pienso en Samuel y en la respuesta tan simple que dio. También pienso en lo importante que es estar atento a Dios cuando trata de hablar con nosotros. En el tiempo de Samuel, los profetas o sacerdotes eran los mediadores entre Dios y los hombres, sin embargo, ahora Dios puede hablarnos directamente a través del Espíritu Santo y hay que estar atentos. Samuel, desde pequeño, desde que sucede este acontecimiento, estará siempre atento a escuchar al Señor. Siempre Samuel fue alguien completamente entregado a interpretar la voluntad de Dios para el pueblo. Toda su actividad, desde jovencito, no fue sino un esfuerzo por entender qué es lo que Dios quería, para hacérselo saber al pueblo e intentar que lo sintiese.
En tiempos de Samuel, todos en Israel estaban llamados a ser conscientes de su unidad, de su dignidad y fraternidad. Sin embargo, sólo Samuel encarna esta conciencia de Israel ante Dios. Su misión es para todos; todos; todos se reconocen en él, se dan cuenta de que él cumple y llena de contenido la llamada fielmente, dejando al lado todo interés personal. La mayor alabanza que el pueblo le hace es que nunca se ha buscado a sí mismo, que siempre se ha escuchado a Dios y se ha entregado al bien de todos (Cf 1 Sam 12,1 ss). Todo esto nos debe animar a buscar la manera de estar atentos para escuchar la voz del Señor que nos llamará siempre para hacer el bien y para servir a todos en su nombre, para llevar a todos hacia Él. Estemos atentos a escuchar la voz del Señor que nos llama, sabiendo que escuchamos su voz cuando pasamos un tiempo de calidad diariamente en oración; cuando leemos, estudiamos y reflexionamos la Biblia, cuando participamos con fe y devoción en la celebración de la Eucaristía y cuando gozamos de momentos de adoración. Pidámosle a la santísima Virgen María que siempre estemos en condición de escuchar desde nuestra propia condición, ya que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros y cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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