martes, 4 de enero de 2022

«Amor, amar»... Un pequeño pensamiento para hoy


Este día la primera lectura de la misa nos regala uno de los textos más hermosos de la primera carta del apóstol san Juan (1 Jn 4,7-10). Un texto que habla del amor, pero no del amor humano y pasajero, sino del amor perdurable en clave divina. «Amémonos los unos a los otros» nos dice el escritor sagrado, ofreciéndonos con ello todo un programa de vida. Todo un programa para la Iglesia. Todo un programa para nuestras familias, nuestros ambientes de vida y de trabajo. Todo un programa para la humanidad.

«Amor», «amar», son las palabras que resuenan con insistencia en este pasaje de la Escritura, y es cierto que no hay palabra más gastada que la palabra «amor». Es una palabra tan usada que ya casi no significa nada, o significa muchas cosas que no son ni verdadero amor, ni verdadero amar. Pero hoy san Juan nos hace ver que, por otra parte, es la palabra más sagrada, desde el momento que Dios quiso definirse a sí mismo diciendo que Él es amor. ¡Lástima que se profane tanto una palabra tan divina! ¡Lástima que se le cambie el sentido sagrado que tiene para llamar amor a lo que es egoísmo del placer! Nosotros queremos pensar del amor, hablar del amor y vivir el amor tal como del amor piensa Dios, tal como de él nos habla Dios, y tal como Dios quiere que vivamos el don que nos ha hecho con el amor.

El programa que nos ofrece la carta de san Juan es sencillo de decir y difícil de cumplir. Una vez más, en estos días últimos de la Navidad y primeros del año, se nos pone delante, como en un espejo, el modelo del amor de Dios, para que lo imitemos. Nunca mejor que en la Navidad se nos puede recordar el amor de Dios que nos ha enviado a su Hijo. Y se nos avisa: «El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor». Es inútil que creamos que ha sido una buena celebración de la Navidad, si no hemos progresado en nuestra actitud de cercanía y amabilidad con Dios y con los hermanos. Lo que creemos y lo que hemos celebrado no se puede quedar en teoría: compromete nuestra manera de vivir. Sigamos viviendo con el gozo de María y José, estos días de Navidad. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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