viernes, 17 de diciembre de 2021

«Las ferias privilegiadas»... Un pequeño pensamiento para hoy


En Adviento, los 8 días de la última semana, desde el 17 hasta el 24 de diciembre, forman una octava y tienen preferencia sobre las memorias obligatorias y se les llama «ferias privilegiadas». Estas ferias tienen la finalidad de prepararnos más intensa y directamente a la Navidad. La Liturgia de estos días, en sus textos, nos va disponiendo para acoger al Hijo de Dios hecho hombre. Dentro de la Liturgia de las Horas, las Vísperas de estas ferias tienen una especial importancia con el obsequio de las antífonas mayores, llamadas también «Antífonas de la O», que junto al Magníficat de cada día pasan revista a los diversos títulos de Cristo, referentes a su naturaleza divina y humana o a su misión salvífica, y que terminan todas instándole a que venga a poner remedio a nuestra indigencia. En estas «ferias privilegiadas», que constituyen como una «Semana Santa previa a la Navidad» meditamos sobre la Expectación de la primera Venida del Señor y el evangelio nos va presentando lo que ha precedido al nacimiento de Jesús: los evangelios de la infancia.

La preparación, con el Evangelio de cada día comienza por la primera página del evangelio según San Mateo (Mt 1,1-17), que muestra la tabla de los orígenes de Jesucristo, Hijo de David, Hijo de Abraham...  Isaac, Jacob, Judá... Jesé, David, Salomón, Roboam... José, María, Jesús... Una larga lista de nombres. Muchos de estos son conocidos y han tenido un lugar en la historia de Israel. Es una especie de resumen de toda nuestra historia de salvación hasta llegar al Mesías. Jesús no es el fruto de un azar caído, así, sin saber desde dónde. El se enraiza en un linaje de antepasados concretos: de este modo es un verdadero «hijo del hombre», que participa totalmente de la condición humana, con sus límites y sus particularidades. Millares de hombres y de mujeres, de padres y de madres, que fueron progenitores han sido necesarios para que un día madurase el fruto último de la humanidad. Una humanidad nueva nace en Jesús. Y, sin embargo, está en continuidad con todo el resto de la humanidad. Al contemplar esta lista larguísima podemos pensar: En cuanto a mí, ¿cuál es mi enraizamiento? ¿Qué es lo que debo continuar? ¿Qué es lo que debe nacer de nuevo en mí? ¿Qué tengo que ver yo con Jesús?

Resulta raro encontrar cuatro nombres de mujer en esta lista exclusivamente masculina, y ciertamente choca cuando se sabe quiénes son. No son mujeres ilustres por su santidad, sino más bien una especie de anomalías, como otros de los hombres que componen la lista. Tamar, que por trampa, tiene un hijo de su propio suegro (Génesis 38, 1-30). ¡Qué historia mas sombría! Rahab, prostituta (Josué 2-6). Rut, una pagana de tierra extranjera (Rut 4-12). Finalmente Betsabé, la mujer adúltera de David y madre de Salomón (II Samuel 11). ¡Claro está que san Mateo tenía una idea en la cabeza al hacer tal selección! Jesús viene a salvar a la humanidad, por gracia. Y todos los hombres están llamados a esta salvación universal. Así que hay que hacernos una pregunta más: ¿Estoy convencido de este inverosímil amor gratuito y salvífico que Dios nos tiene a pesar de nuestra condición de pecadores? También la Navidad de este año la vamos a celebrar personas débiles y pecadoras. Dios nos quiere conceder su gracia a nosotros y a tantas otras personas que tal vez tampoco sean un modelo de santidad. A partir de nuestra situación, sea cual sea, nos quiere llenar de su vida y renovarnos como hijos suyos. Con José y María, esperemos a Jesús que ya se acerca. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

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