lunes, 6 de diciembre de 2021

«¡Ánimo!»... Un pequeño pensamiento para hoy


«¡Ánimo!» Nos dice el profeta Isaías en la primera lectura de la Misa de hoy (Is 35,1-10). «Fortalezcan las manos cansadas, afiancen las rodillas vacilantes». Son palabras que alientan a ponerse en camino, que invitan a llenarse de fortaleza y valentía en este andar hacia el encuentro del Señor. Todo, en nuestra historia, lo va tejiendo el plan de salvación: «Ya está cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra», dice el hoy el salmista (salmo 84). Por eso, en nuestro camino del Adviento no caben penas ni aflicción. El Señor vendrá a curarnos a todos y nos traerá el gozo de la verdadera felicidad que no consiste en la alegría pasajera del mundo, sino en el gozo del interior del corazón que se sabe salvado y sanado por Dios. Obviamente hemos entender que el lenguaje con el que habla el profeta Isaías es un lenguaje espiritual que hace un camino. Y ese camino espiritual no es simplemente una buena intención, sino que, en cierto sentido, cada uno de nosotros es ese camino espiritual, porque cada uno de nosotros es tanto el camino a través del cual tiene que pasar Dios para llegar a los hombres, como también el camino a través del cual llegan los hombres a Dios. Todos los cristianos tenemos la misión de ser este Camino Santo. Es decir, debemos ser precursores, ir delante del Señor anunciando a los hombres que tienen una esperanza.

Tenemos la seguridad de que el señor, nuestro Dios, es el que salva, el que cura, el que perdona. Como en la escena del Evangelio de hoy (Lc 5,17-26) en el que Jesús vio la fe de aquellas personas, acogió con amabilidad al paralítico, le curó de su mal y le perdonó sus pecados, con escándalo de algunos de los presentes. En realidad vemos que le dio al paralítico más de lo que pedía: no sólo le curó de la parálisis, sino que le dio la salud interior. Lo que ofrece él es la liberación integral de la persona. Resulta así que lo que prometía Isaías se quedó corto. Jesús hizo realidad lo que parecía utopía, superó nuestros deseos y la gente exclamaba: «hoy hemos visto maravillas». Cristo es el que guía la nueva y continuada marcha del pueblo: el que dijo «Yo soy el camino, la verdad y la vida».

Pero cuántas rodillas vacilantes y manos temblorosas hay también hoy. Cuántas personas sienten miedo, o se encuentran desorientadas. El mensaje del Adviento es hoy, y lo será hasta el final de los tiempos, el mismo: «levanten la cabeza, ya viene la liberación», «cobren ánimos, no tengan miedo», «se te personan tus pecados», «levántate y anda». Cristo Jesús nos quiere curar a cada uno de nosotros, y ayudarnos a salir de nuestra situación, sea cual sea, para que pasemos a una existencia viva y animosa. A la luz de estos pasajes del día de hoy, podemos ver el valor tan grande que tiene la participación en la Eucaristía. Cada Misa es Adviento y Navidad, si somos capaces de buscar y pedir la salvación que sólo puede venir de Dios. Cada Eucaristía nos quiere curar de parálisis y miedos, y movernos a caminar con un sentido más esperanzado por la vida. Porque nos ofrece nada menos que al mismo Cristo Jesús, el Señor Resucitado que viene a salvarnos, hecho alimento de vida eterna. Con María sigamos caminando en este Adviento. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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