miércoles, 1 de diciembre de 2021

«Buscar al Señor en el Adviento»... Un pequeño pensamiento para hoy


Llegamos ya al último mes de este año civil del 2021 que sigue tocado por los estragos de la pandemia y lo hacemos con la reflexión del día ayudados de las lecturas de la misa de hoy viendo que la misericordia amorosa de Dios se interesa por todos. Sabemos que primerean ante él los que sufren, los pobres, los enfermos, los que se sienten y se saben necesitados. En este tiempo de Adviento, en el que ya estamos sumergidos y que es propio para reflexionar sobre la espera de Dios que se encuentra en el corazón de los hombres, es muy provechoso contemplar la doble escena que nos presenta el Evangelio de hoy (Mt 15,29-37) y la primera lectura de la misa. En el Evangelio de este día podemos ver cómo Jesús es buscado por quienes más necesitan que su mal cambie en bien y cómo él mismo vela para que el mal no subsista. Esto es un signo de la venida del Mesías: el mal retrocede, la desgracia es vencida. La venida del Señor es una fiesta para los que sufren.

La gracia del Adviento y de la Navidad, con su convocatoria y su opción por la esperanza, nos viene ofrecida desde nuestra historia concreta, desde nuestra vida diaria en la que siempre estamos necesitados de Dios. Así, a la luz de este Evangelio en el que también se habla de esa multiplicación de los panes y de los peces, entendemos que el Adviento no es para los perfectos, sino para los que se saben débiles y pecadores y acuden a Jesús, el Salvador. Él, como nos aseguran las lecturas de la misa de hoy, compadecido, enjugará lágrimas, dará de comer, anunciará palabras de vida y de fiesta y acogerá también a los que no están muy preparados ni motivados. No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Como a la gente que acudía a Jesús y que él siempre atendía: enfermos, tullidos, ciegos, nosotros también le buscamos porque necesitamos de su gracia, de su perdón, de su misericordia. Así como la gente que aparece en el Evangelio y que tenía hambre, así nosotros también tenemos hambre de Dios y queremos que venga a transformar nuestra hambre y nuestra sed y nos sacie con su amor. Queremos que su amor de desborde y sobre para darlo a los demás. 

El Adviento nos invita a la esperanza ante todo a nosotros mismos. «Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara: celebremos y gocemos con su salvación», nos dice la primera lectura de la misa de hoy (Is 25,6-10). Para que acudamos con humildad a ese Dios que salva y convoca a fiesta nos preparamos en este tiempo litúrgico haciendo un gran espacio en nuestro corazón para recibir al Salvador reviviendo su primera venida y pensando en que volverá lleno de gloria. Nuestro Dios nos invita a mirar con ilusión hacia delante, a los cielos nuevos y la tierra nueva que Cristo, nuestro Salvador, está construyendo. En este Adviento nos estamos preparando para la venida del Señor, Jesucristo Liberador. Liberador de todas las angustias, sufrimientos y carencias de los hombres y mujeres que acuden a él con confianza, y aceptan su propuesta del Reino. Con María y José sigamos avanzando en nuestro andar. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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