La figura del buen pastor es siempre utilizada por los autores bíblicos para expresar el amor paternal y maternal de Dios, que conoce los afanes de los pastores por guiar su rebaño, sosteniendo en sus brazos el corderito enfermo o la oveja perdida. El profeta Isaías utiliza aquí esta imagen para anunciar la futura venida del Señor porque con ella se inaugura el tiempo de la nueva salvación. El Señor muestra esa predilección especial por el pobre, el desvalido, el humilde, que lo representa el profeta en la ovejita recién nacida y en su madre.
Y esta bondad de Dios la expresa Jesús de Nazaret con unas palabras que nos sirven de consuelo en el Evangelio de hoy (Mt 18,12-14). El padre misericordioso, el buen pastor, se alegra más por el regreso de una oveja extraviada que por las noventa y nueve que permanecen junto a él. Que María santísima, que entendió tanto de la ternura de Dios, la Virgen del Silencio y la Esperanza, acompañe nuestro camino de Adviento en la gozosa espera del Señor que llega y que como el buen pastor, cuida de cada uno de nosotros. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
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