Así se ha mostrado la Virgen de Guadalupe a lo largo de los años. Siempre presurosa, como se muestra en el Evangelio (Lc 1, 39-48) para llevar la ayuda y compasión a quien lo necesite. Como Madre, ha mostrado su amor, se ha compadecido de todos sus hijos, especialmente de los hombres y mujeres de fe, de los pobres, de los indígenas, de los enfermos, de los migrantes…, ha sido auxilio de todos en las necesidades y problemas, se ha convertido en defensa en todas las situaciones. Por esa razón a la Virgen se le aplica lo que dice el Eclesiástico (Eclo 24, 23-31), aunque este libro sagrado lo expresa en relación a la Sabiduría de Dios; dice que ella es la madre del amor.
Pienso, en este día, en el «SÍ» de María, que se repite en la historia del hecho guadalupano. Ella aceptó el acompañar a un nuevo pueblo para poder adherirse a la fe en Cristo, el Salvador. Su cercanía y su forma de presentarse al indio san Juan Diego, lo motivó a él, también a decir un «SÍ» a la misión que le encomendaba, porque sintió en su corazón que algo grande de parte de Dios se presentaba en medio de su pueblo. Hoy celebramos a la Virgen Morenita, que está para escuchar y atender las súplicas de todos sus hijos, de todas las naciones, de todas las razas, ella nos convoca y nos invita a que seamos uno con su Hijo Jesús, en medio de un mundo cada vez más dividido y fracturado y que nosotros también demos nuestro «SÍ». ¡Bendecido domingo!
Padre Alfredo.
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