domingo, 12 de diciembre de 2021

«Santa María de Guadalupe»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy celebramos con mucho gusto, en este tercer domingo de Adviento, en que la Iglesia nos invita a reflexionar en la alegría de la próxima venida de Cristo, la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, y con ello le agradecemos a Dios la presencia de la Virgen en la tilma que se conserva en Basílica dedicada a ella en el Tepeyac, presencia en la que ha cumplido lo que le dijo a Juan Diego cuando se le presentó por primera vez. Después de presentarse como la Madre del Dios por quien se vive, le expresó su deseo de que se le construyera un templo para en él mostrar y dar todo su amor, compasión, auxilio y defensa.

Así se ha mostrado la Virgen de Guadalupe a lo largo de los años. Siempre presurosa, como se muestra en el Evangelio (Lc 1, 39-48) para llevar la ayuda y compasión a quien lo necesite. Como Madre, ha mostrado su amor, se ha compadecido de todos sus hijos, especialmente de los hombres y mujeres de fe, de los pobres, de los indígenas, de los enfermos, de los migrantes…, ha sido auxilio de todos en las necesidades y problemas, se ha convertido en defensa en todas las situaciones. Por esa razón a la Virgen se le aplica lo que dice el Eclesiástico (Eclo 24, 23-31), aunque este libro sagrado lo expresa en relación a la Sabiduría de Dios; dice que ella es la madre del amor.

Pienso, en este día, en el «SÍ» de María, que se repite en la historia del hecho guadalupano. Ella aceptó el acompañar a un nuevo pueblo para poder adherirse a la fe en Cristo, el Salvador. Su cercanía y su forma de presentarse al indio san Juan Diego, lo motivó a él, también a decir un «SÍ» a la misión que le encomendaba, porque sintió en su corazón que algo grande de parte de Dios se presentaba en medio de su pueblo. Hoy celebramos a la Virgen Morenita, que está para escuchar y atender las súplicas de todos sus hijos, de todas las naciones, de todas las razas, ella nos convoca y nos invita a que seamos uno con su Hijo Jesús, en medio de un mundo cada vez más dividido y fracturado y que nosotros también demos nuestro «SÍ». ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

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