sábado, 9 de septiembre de 2017

«Más allá de la ley»... Un pequeño pensamiento para hoy

Hoy que es sábado, el evangelista san Lucas nos narra un hecho de Cristo y sus discípulos que precisamente se suscitó en sábado. La observancia del sábado era una ley central, uno de los Diez Mandamientos. En el tiempo del cautiverio, en el Antiguo Testamento, la gente tenía que trabajar siete días por semana de sol a sol, sin condiciones de reunirse para escuchar y meditar la Palabra de Dios, para rezar juntos y para compartir su fe, sus problemas y su esperanza. De allí surgió la necesidad urgente de descansar por lo menos un día por semana para reunirse y animarse mutuamente en aquella condición tan dura del cautiverio. De lo contrario, perderían la fe. Fue así que renació y fue restablecida con vigor la observancia del sábado entre los judíos. En un día de sábado, los discípulos pasan por las plantaciones y se abren camino arrancando espigas (Lc 6,1). Mateo dice en su Evangelio que ellos tenían hambre (Mt 12,1). Los fariseos recurren a la Biblia para decir que esto es transgresión de la ley del sábado: «¿Por qué hacen lo que no es lícito el sábado?» (Cf. Ex 20,8-11).

Jesús se muestra más radical aún que la Ley, y va a nadar a contracorriente justificando esta situación con un caso excepcional del Antiguo Testamento. David huyendo de Saúl y hambriento recibió del sumo sacerdote pan consagrado qué solo está permitido comer a los sacerdotes. De este modo, Jesús justifica con la misma Escritura la acción de sus discípulos, afirmando que el «Hijo del hombre es el señor del sábado» (Lc 6,5). En aquel tiempo, no había Biblias impresas como hoy en día, cada comunidad tenía solamente una única Biblia en rollos o pergaminos y escrita a mano, que se guardaba en la sinagoga. Si Jesús conocía tan bien la Escritura, es señal de que él, durante los 30 años de su vida en Nazaret, tiene que haber participado intensamente en la vida de la comunidad, donde todos los sábados se leían las Escrituras. A nosotros los católicos de hoy nos falta mucho para que tengamos esa misma familiaridad con la Biblia y esa misma participación en la comunidad, porque muy pocos son los que van a Misa cada Domingo a escuchar la Palabra en la comunidad. 

Cristo coloca siempre al ser humano y al pueblo de Dios en el centro, y no a la obediencia por la obediencia, o a la Ley por la Ley. Jesús es el único que aporta a la Ley una interpretación actual y novedosa, va más allá de su mero cumplimiento para hacer a todo hombre y mujer libres frente a cualquier interpretación que se quede en la letra de la ley. De esta manera, en este pasaje del Evangelio de san Lucas, Jesús nos enseña que todo tiempo debe ser consagrado al bien, a la curación y a la liberación del mal. Él nos invita a discernir en cada momento qué es lo fundamental y qué hay que dejar en segundo plano. El hombre es señor del sábado. Y un ser humano hambriento y necesitado de algo está por encima de un precepto religioso: «Hijo, no tienen vino —dice en una ocasión la Virgen a su Hijo» (cf. Jn 2,3). Primero está el que algo necesita, el que tiene un problema, el que atraviesa por alguna dificultad, el que experimenta una carencia. Con razón san Juan de Ávila le decía a la Virgen: «Eres enfermera del hospital de la misericordia de Dios donde los llagados se curan». ¿Nos creemos lo que Jesús nos enseña? Porque, por desgracia, dos mil años después, sigue habiendo preceptos y sigue habiendo mucha hambre. Yo me quedo este sábado con una pregunta para meditar: ¿Me agarro a la ley y me quedo tranquilo por haberla cumplido o busco a quien algo necesita y hago lo que Cristo haría superando la letra? ¡Bendecido sábado a todos... y mañana –o tal vez hoy en la tarde (Misa de precepto)– es día de ir a Misa!

Padre Alfredo.

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