Luego del fuerte sismo de anoche y de que gracias a Dios en CDMEX estamos bien, este viernes amanecemos celebrando una de las trece fiestas marianas del calendario romano general de la Iglesia católica, una advocación mariana muy apreciada por muchos: «La Natividad de la Santísima Virgen María», es decir, el cumpleaños de la Virgen. La Sagrada Escritura no nos dice ni cuándo ni dónde nació María, incluso ni los nombres de sus padres aparecen en la Biblia, pero, lo que no dice el texto sagrado, lo suple la devoción y tradición de la Iglesia. La liturgia de esta fiesta nos invita a recordar y vivir aquel día en que María, como aurora luciente, brilló en el firmamento de la historia anunciando al Sol que nos traía la salvación, su hijo Jesús. Toda la grandeza de la Virgen María proviene del Hijo que Dios le concedió dar a luz. Y al Hijo directamente se refieren los textos que se nos invita hoy a meditar. Por una parte, la profecía de Miqueas que anuncia la grandeza de Belén, en donde nacerá Jesús (Miq 5,1-4) y el Evangelio de san Mateo (Mt 1,18-23) que en versículos anteriores ha presentado la cadena de generaciones, nos dice que último eslabón no es un personaje más, sino el único, definitivo y extraordinario Hijo de Dios nacido de una «virgen» cuya maternidad es obra del Espíritu Santo. Miqueas nos presenta anticipadamente a María como la que ha de dar a luz, la que «debe ser madre». Sin saberlo, está dándonos la más grande prerrogativa de María, la de haber sido elegida para ser Madre de Dios. Sabemos que el nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos. Ella vino al mundo sin pecado original. Elegida para ser Madre de Dios, nació pura, santa, con todas las gracias más preciosas. Con la gracia santificante, desde su concepción.
La conmemoración del nacimiento de la Virgen María nos debe llenar de alegría y de esperanza. María fue pensada por Dios para ser madre del que iba a ser nuestra paz y tú y yo hemos sido pensados también para una misión especial, la de llevar dentro al que es nuestra paz. Dios, con su amorosa paciencia, va gestando a su Hijo en el corazón de cada ser humano que llega a este mundo y al ser bautizado se convierte en su discípulo–misionero. ¿Somos conscientes de que, si vivimos en la corriente de la gracia de Dios, llevamos a Jesús dentro nuestro para darlo a los demás? ¿No lo sientes en tu corazón? En la misión que Dios nos ha donado al darnos la vida, hay algo mucho más profundo que el sentimiento y es la certeza de la fe ¡Creo!... «¡Hágase en mí según tu Palabra!» (Lc 1,38). Todos tenemos nuestra misión que cumplir en el plan de Dios, para eso nacimos. El cumpleaños en una familia, es siempre un motivo de alegría. Cada uno deja sus ocupaciones y trata de hacer feliz al festejado. Este signo externo trata de reflejar un sentimiento más profundo de gratitud y de amor. Hoy celebramos el cumpleaños de nuestra madre del cielo, la Santísima Virgen María.
El poeta y dramaturgo Lope de Vega, escribió un bellísimo poema sobre el nacimiento de Virgen María en su obra Pastores de Belén que quiero ahora transcribir, como un regalo especial de cumpleaños a la Virgen María. Son palabras que hoy podemos meditar: «Canten hoy, pues nacéis vos, los ángeles, gran Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios./ Canten hoy, pues a ver vienen nacida su Reina bella, que el fruto que esperan de ella es por quien la gracia tienen./ Digan, Señora, de vos, que habéis de ser su Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios./ Pues de aquí a catorce años, que en buena hora cumpláis, verán el bien que nos dais, remedio de tantos daños./ Canten y digan, por vos, que desde hoy tienen Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios./ Y nosotros, que esperamos que llegue pronto Belén, preparemos también, el corazón y las manos./ Vete sembrando, Señora, de paz nuestro corazón, y ensayemos, desde ahora, para cuando nazca Dios. Amén». Celebrando este cumpleaños de la Virgen María, aprovechemos para renovar nuestra fe. Unámonos en familia en torno a ella y pidámosle que nos ayude a descubrir siempre la mano de Dios en nuestra vida. Que al igual que María y José, sepamos confiar en la Providencia buscando en todo servir y agradar a Dios. ¡Feliz cumpleaños Santísima Virgen María, estamos felices de que existas, de que estamos bien y de que seas nuestra Madre!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario