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Este Dios, es el mismo que en el Evangelio nos da muestras maravillosas de que siempre está a nuestro lado librándonos del mal. Dios libremente nos acompaña en cada momento de nuestra historia, de la historia de la humanidad, y nos invita a recorrer su camino liberador rompiendo toda clase de esquemas humanos, los de las leyes que hemos creado e incluso los de las leyes de la naturaleza, que siempre respeta pero que muchas veces su actuar va más allá. Con un temblor de 8.2 grados, ¿qué pudiera pasar si lo hubiera imaginado Hollywood para darle credibilidad? En realidad los daños fueron mínimos para el grado. ¿Los vientos tempestuosos de estos últimos huracanes, por qué no causaron toda la gran destrucción que se esperaba? Nuestro Dios ha irrumpido en la historia y actúa siempre de manera libre por el bien del hombre. En el texto del Evangelio de san Lucas 6, en los versículos del 6 al 11 contemplamos la curación de un paralítico en sábado, allí claramente podemos ver a nuestro Dios, quien es libre y libera, no por romper una norma o escandalizar, o dejarse llevar del «coraje contra los que piensan diferente» (Lc 6,7). La preocupación por la persona, la atención a la persona, la necesidad de la persona, es la prioridad para nuestro Dios, aunque a veces sucedan cosas que no entendemos por el mal uso de la libertad que hemos recibido: «Los escribas y fariseos se pusieron furiosos y discutían entre sí lo que le iban a hacer a Jesús» (Lc 6,11) y Él lo sabía. Dios cuida de cada ser humano porque esa es su prioridad. Esa liberación, cuando nos implicamos en ella, nos puede hacer libres a nosotros también.
De cualquier forma y de mil maneras, Dios busca siempre la manera de estar con nosotros, aunque su presencia parezca escondida como cuando Herodes mandó matar a los santos inocentes (Mt 2,16) o el 11 de septiembre de 2001. ¡Señor, aumenta nuestra fe para entender que siempre estás a nuestro lado! ¡Señor, aumenta nuestra fe para que construyamos nuestra vida cristiana sobre la roca firme que tu Palabra segura nos ofrece en medio de los acontecimientos de nuestra historia! ¡Señor, aumenta nuestra fe para que la bondad que viene de ti se atesore en nuestro corazón y saquemos a relucir el bien aún entre los escombros del mal! ¡Señor, aumenta nuestra fe para que las dificultades de la vida no puedan con nuestra firme decisión de llamarte Señor y hacer siempre lo que tú nos digas como lo indica tu Madre María! A iniciar la semana con mucha fe.
Padre Alfredo.
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