Estoy muy contento porque hoy pude saludar al Santo Padre muy de cerca. Sin llegar a estrechar su mano, le pude decir que soy mexicano y recibí a cambio su sonrisa y su bendición. Tuve la dicha de concelebrar con él y un sinfín de sacerdotes, obispos y cardenales del mundo entero la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. El Santo Padre ordenó 32 sacerdotes diocesanos y religiosos de diversas partes del mundo, incluidos algunos paisanos de México. El papa León XIV, celebrando en este día la XXIX Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes, nos invitó a configurar cada vez más nuestros corazones sacerdotales con el de Cristo poniendo la Eucaristía en el centro de nuestras vidas, así como meditando la Palabra, ejerciendo la caridad y cuidando al pueblo de Dios acrecentando la unidad.
Todo pastor, que ama según el Corazón de Jesús mantiene vivo el deseo de que ninguna de las ovejas se pierda. El deseo de Cristo, afirmó el papa León haciendo referencia al Evangelio de hoy (Lc 15,3-7), «es que nadie se pierda, sino que todos, también a través de nosotros, conozcan a Cristo y tengan en él la vida eterna». ¡Qué hermosa manera de celebrar esta fiesta me regaló el Señor este año del jubileo! A la luz de estar concelebrando la Eucaristía con el «Dulce Cristo de la Tierra», como llamaba la beata María Inés al papa, me queda claro que celebrar esta solemnidad del Sagrado Corazón es contemplar el amor infinito, incansable, fiel y misericordioso de Cristo, el Buen Pastor, modelo de mi vida sacerdotal. Que la Virgen interceda y me alcance el gozo de un mi corazón, pobre, pequeño, miserable… lata al unísono del de Cristo. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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