sábado, 28 de junio de 2025

«Los corazones de Jesús y de María»... Un pequeño pensamiento para hoy


Los Corazones de Jesús y de María son dos corazones unidos desde el momento de la Encarnación del Hijo de Dios. La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de María santísima. Por eso el papa Pío XII estableció esta fiesta para toda la Iglesia desde el 4 de mayo de 1944. Este Corazón inmaculado es un corazón sin mancha, lleno de Dios, abierto totalmente a obedecerle y escucharle. Un corazón lleno de obediencia, de ternura, de disponibilidad, de espíritu de servicio, de fortaleza, de humildad, de sencillez, de agradecimiento y de toda una estela inacabable de virtudes aunque muchas veces no entienda las disposiciones de Dios, como sucede en el Evangelio de hoy (Lc 2,41-51) que nos dice que María, las cosas que no entendía y que sabía que venían de Dios, las guardaba en su corazón.

El día de hoy, celebrando en mi corazón sacerdotal esta fiesta, he pensado en algo que la sierva de Dios Lucía de Jesús Rosa dos Santos, una de las videntes de Fátima. Sor Lucía nos recuerda: «La obra de nuestra redención comenzó en el momento en que la Palabra descendió del Cielo y asumió un cuerpo humano en el vientre de María. Desde ese momento y durante los siguientes nueve meses, la Sangre de Cristo fue la sangre de María, tomada del Inmaculado Corazón de la Madre; el Corazón de Cristo latió al unísono con el Corazón de María». Luego, Jesús mismo, cuando se apareció a Sor Lucía, le dijo: «Quiero que mi Iglesia ponga la devoción al Inmaculado Corazón junto con la devoción a mi Sagrado Corazón».

A la luz de todo esto y por supuesto contemplando a María en el Evangelio entendemos que su Corazón Inmaculado nos muestra que la vida cristiana es vivir con esperanza a la sorpresa de Dios en una relación de acogida a su voluntad llenos de confianza en Él. Desde este hermoso testimonio de María, podremos acoger con sencillez las enseñanzas del Evangelio adorando a Dios con todo el corazón como su Madre santísima. Y, por lo pronto, yo sigo disfrutando de estos maravillosos días en el corazón de la Iglesia, cuyo modelo, para vivir la caridad y la unidad, es precisamente el Corazón Inmaculado de María. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

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