lunes, 9 de junio de 2025

«María es la Madre de la Iglesia»... Un pequeño pensamiento para hoy


El papa Francisco, de feliz memoria, en el año de 2018, estableció la memoria de «Santa María Virgen, Madre de la Iglesia» el lunes siguiente a la solemnidad de Pentecostés, el día en que nació la Iglesia. Pero este título no es nuevo. Ya San Juan Pablo II, en 1980, había hecho una viva invitación a venerar a la Virgen como Madre de la Iglesia; e incluso antes, San Pablo VI, el 21 de noviembre de 1964, al concluir la Tercera Sesión del Concilio Vaticano II, declaró a la Virgen «Madre de la Iglesia». En 1975, la Santa Sede propuso una Misa votiva en honor de la Madre de la Iglesia, pero esta celebración no tuvo una fecha destinada en el calendario litúrgico. 

Francisco —como le gustaba al papa que le llamaran— en la primera homilía de esta memoria expresó: «María, madre; la Iglesia, madre; nuestra alma, madre. Pensemos en esa riqueza grande de la Iglesia y nuestra; y dejemos que el Espíritu Santo nos fecunde, a nosotros y a la Iglesia, para ser también nosotros madres de los demás, con actitudes de ternura, de mansedumbre, de humildad. Seguros de que ese es el camino de María. Qué curioso es el lenguaje de María en los Evangelios: cuando habla al Hijo es para decirle cosas que necesitan los demás; y cuando les habla a los demás, es para decirles: “hagan lo que Él les diga”». Yo estoy convencido de que, María santísima, como Madre de la Iglesia, a cada uno de nosotros, según la propia vocación específica y de acuerdo al lugar que ocupamos en la Iglesia y en el mundo, nos va a decir lo mismo invitándonos a atender a Jesús: «Hagan lo que Él les diga».

El Catecismo de la Iglesia Católica (párrafos 964-965) nos enseña que el papel de la virgen María en la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo y fluye directamente de ella. En estos párrafos se afirma que esta unión de la madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde la concepción virginal de Cristo hasta su muerte, hecho que precisamente nos relata el Evangelio de hoy (Jn 19,25-34) y que hace que esa unión se manifiesta sobre todo en esta hora de la Pasión de Cristo. Contemplemos en este día a la Santísima Virgen muy cercana a nosotros en la Iglesia. Imitemos sus pasos de peregrina de la esperanza y con el fuego vivo de la fiesta de Pentecostés, pidámosle a ella como Madre nuestra, que aumente el amor de cada uno de sus hijos a la Iglesia. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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