domingo, 15 de junio de 2025

«LA SANTÍSIMA TRINIDAD»... Un pequeño pensamiento para hoy


Santo Tomás de Aquino, el célebre teólogo de la Iglesia, conocido como el «Doctor Angélico» —debido a la sublimidad de su pensamiento y la pureza de su vida— dijo que el cristiano primero contempla y luego transmite a otros lo contemplado. Y este domingo, es un día para contemplar el misterio de la Santísima Trinidad, misterio de fe que revela una verdad única de Dios: Creemos en un solo Dios en tres Personas. No podemos nosotros, con nuestra razón, con nuestro entendimiento, comprender este misterio, pero sí con el corazón, por eso, desde la contemplación de esta realidad divina, es de donde podemos hacer nuestra definición de que Dios es amor. Decir Trinidad es decir amor. Si no existiese la Santísima Trinidad, no existiría el amor verdadero. Hoy sabemos que el mundo y los hombres se han desentendido de Dios, porque no creen en un Dios amor y sin eso han caído en la trampa que les hace pensar que el consumismo y el materialismo les dará todo. Pero, los hombres y mujeres de fe, apoyados en este misterio de Dios Uno y Trino, Dios Amor, experimentamos a un Dios que vive con nosotros, un Dios vivo, un Dios que está implicado en nuestra historia.  

Dios nos comunica que es Padre creador, Hijo comunicador, Espíritu santificador. De allí es de donde brota esta segura convicción de que Dios es Amor. El creyente, entonces, se atreve a acercársele, a contarle sus anhelos, a manifestarle sus necesidades, a arroparse en Él en busca de protección, a participar de su misma vida. Entra en el ámbito de la Trinidad al que ha sido convocado y desde el cual ha sido formado. Encuentra sentido a su vida, a su ansia de amor y a su deseo de comunicación. Todo lo hacemos siempre en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Así lo manifestamos por ejemplo en la celebración de la Santa Misa, iniciamos en el nombre de la Trinidad y terminamos con su bendición. En «Amoris laetitia», el Papa Francisco, de feliz memoria, reflexiona sobre la familia y la Santísima Trinidad. Nos recuerda que «la Trinidad es Padre, Hijo y Espíritu de amor. El Dios Trinidad es comunión de amor, y la familia es su reflejo viviente». Hoy, que al unísono de esta celebración, festejamos en México y no sé dónde más el «Día del Padre», me hago una pregunta: ¿Cómo pueden nuestras familias, con todas sus imperfecciones y desafíos, ser un vivo reflejo de la Trinidad? Y encuentro la respuesta en la vocación de los papás. Si hay alguien que con su ser y quehacer pueda explicar el misterio de Dios amor, es el padre de familia. Por eso la Iglesia, nuestra madre, está comprometida en apoyar con todas sus fuerzas la presencia buena y generosa de los padres en las familias, porque ellos son para las nuevas generaciones custodios y mediadores insustituibles de la fe en la bondad, de la fe en la justicia y de la protección de Dios Uno y Trino.

Quiero cerrar la reflexión de hoy con unos versos del inquieto escritor español José Javier Pérez Benedí, que seguro nos ayudan a reflexionar en la fiesta que hoy celebramos y que, de manera especial, les invito a que hoy se los lean a los padres de familia: «Creemos en un Dios Padre amoroso y compasivo. Cuida de todos nosotros, como el ave de su nido, admiramos su ternura para con todos sus hijos. Con amor le damos “gloria y alabanza por los siglos”. Enviado por el Padre, creemos en Jesucristo: su Hijo amado y, como hombre, fruto de un vientre bendito. Jesús es, para nosotros, Vida, Verdad y Camino, nuestro hermano y compañero, oculto en el pan y el vino. Creemos y veneramos al Espíritu Divino. Nos regala agua de vida en la fuente del Bautismo. Enciende calor de hogar en los corazones fríos. Es, en las horas de angustia, brisa, consuelo y respiro. Gracias, Santa Trinidad, misterio de amor, prodigio de ser Padre, Hijo y Espíritu: Tres «besos» de un Dios Amigo». Celebremos con María Santísima el gozo de esta fiesta. ¡Bendecido domingo y muchas felicidades a todos los papás!

Padre Alfredo.

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