Es de esperar que el Señor, al final, no nos tenga que tachar de «empleado holgazán» que ha ido a lo fácil, «ha guardado la moneda en un pañuelo» y no ha hecho rendir lo que se le había encomendado. La vida es una aventura y un riesgo, y el Señor, el Justo Juez premiará sobre todo la buena voluntad, no tanto si hemos conseguido diez o sólo cinco. Lo que no podemos hacer es aducir argumentos para tapar nuestra pereza —el siervo holgazán poco menos que echa la culpa al mismo Señor de su inoperancia—.
Así, a la luz de esto les dejo unas preguntas para meditar: ¿Qué estamos haciendo de la fe, del Bautismo, de la Palabra, de la Eucaristía? ¿Qué fruto estamos sacando, en honor de Dios y bien de nuestros hermanos, de esa moneda de oro que es nuestra vida, la humana y la cristiana? Ojalá al final todos oigamos las palabras de un Juez sonriente que nos diga: «Muy bien. Eres un buen empleado...» Que Dios nos conceda, por intercesión de la santísima Virgen María, la gracia de vivir nuestra fidelidad a Cristo, trabajando constantemente para que su Reino esté en nosotros y, por medio de su Iglesia, fructifiquemos los dones y cualidades y lo hagamos llegar a todos los hombres de todos los tiempos y lugares. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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