viernes, 5 de noviembre de 2021

«Con astucia»... Un pequeño pensamiento para hoy

Como cada día, hoy tenemos en la liturgia de la palabra de la Misa, un pasaje del Evangelio (Lc 16,1-8) que nos puede ayudar a meditar en estos momentos. Siempre hay que leerlo, ya sea directamente en la Biblia, en el Misal o en alguna aplicación que se puede descargar al Smartphone como «Appostolica», que nos presenta entre otras cosas, la liturgia del día. El Evangelio nos presenta una cuestión sorprendente a primera vista. En efecto, dice el texto de san Lucas: «El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente» (Lc 16,8). Evidentemente, no se nos propone aquí que seamos injustos en nuestras relaciones, y menos aún con el Señor. El Señor no hace una alabanza a la estafa que comete el administrador, lo que él manifiesta con su ejemplo es una queja por la habilidad en solucionar los asuntos de este mundo y la falta de verdadero ingenio por parte de los hijos de la luz en la construcción del Reino de Dios: «Los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz» (Lc 16,8).

El administrador infiel que aparece en el Evangelio, se las ingenia para resolver su futura situación de indigencia. El Señor da por supuesta, pues era evidente, la inmoralidad de tal actuación —pues dice que es un «mal» administrador, es decir, injusto— pero resalta y alaba, sin embargo, la agudeza y empeño que demuestra este hombre para sacar provecho material de su antigua condición de administrador. A la luz de este ejemplo viene nuestra reflexión, cuántas veces caemos en la excesiva confianza en Dios y creemos que él va a resolver nuestros problemas sin que nosotros hagamos ningún esfuerzo por solucionarlos. Dios pone los medios, y hay que usarlos con la misma sagacidad y el mismo esfuerzo que ponen los hombres en sus negocios materiales o en la lucha por hacer triunfar un ideal humano. 

Trabajar con astucia por el Reino de Dios, como hijos de la Luz, nos debe llevar a buscar todos los medios necesarios, y a no perder oportunidad alguna para hacer que Cristo sea conocido y amado por toda la humanidad. Hay que preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a despojarnos de nuestras injusticias, y a socorrer a los necesitados con tal de ganar a todos para Cristo? ¿Estamos dispuestos, incluso, a entregar nuestra vida misma para que los demás tengan en Cristo Vida, y Vida eterna? Debemos ser imitadores de Cristo y de todos aquellos que viven un auténtico compromiso con el Señor y su Evangelio; sólo así podremos realmente convertirnos en un auténtico signo de salvación para todos. Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, la gracia de saber unirnos fielmente a Cristo para colaborar en la comunicación del amor, del perdón y de la salvación a toda la humanidad. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

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