jueves, 25 de noviembre de 2021

«¿Estamos preparados?»... Un pequeño pensamiento para hoy


Las imágenes del fin de los tiempos se suceden una tras otra en esta parte del evangelio de san Lucas que hemos estado viendo estos días de la última semana del año litúrgico y son difíciles de interpretar por el lenguaje apocalíptico que el evangelista utiliza. Hoy no es la excepción, el evangelio (Lc 21,20-28) sigue la misma dinámica. San Lucas nos describe la seriedad de los tiempos futuros: la mujer encinta, la angustia ante los fenómenos cósmicos, la muerte a manos de los invasores, la ciudad pisoteada. Pero por encima de todo lo que comenta, está claro que somos invitados a tener confianza en la victoria de Cristo Jesús: el Hijo del Hombre viene con poder y gloria. Viene a salvar. Debemos «alzar la cabeza y levantarnos», porque «se acerca nuestra liberación». Debemos t recoger todas las llamadas a la confianza y a la esperanza que se nos ofrecen. Aprender a mirar de frente las cosas, comprobando el poder devastador del mal; pero sabiendo relativizar y desinflar, desde la confesión del Señorío de Cristo, las apariencias omnipotentes del mal.

Sea en el momento de nuestra muerte, que no es final, sino comienzo de una nueva manera de existir, mucho más plena, sea en el momento del final de la historia, venga cuando venga, la venida de Cristo no será en humildad y pobreza, como en Belén, sino en gloria y majestad. La visión profética del evangelista trata de descubrir también en el desarrollo de la historia las oportunidades de salvación que se presentan a lo largo del tiempo. ¿Qué estamos haciendo y cómo nos estamos preparando siempre para el encuentro definitivo con el Señor?

En estos días, en el evangelio, Jesús nos anuncia en forma muy vaga el cataclismo final del mundo. Y la forma literaria en que lo hace conlleva muchas referencias a lo que nos sucede habitualmente cuando las tormentas, huracanes, temblores de tierra, pandemias... hacen a muchos palidecer de miedo y salir a los espacios abiertos para liberarse de diversos obstáculos. Todo eso son imágenes, modos de hablar. En realidad, nada sabemos sobre el fin del mundo, pero vuelvo a lo mismo: ¿Estamos preparados para ese momento? Jesucristo no nos reveló nada concreto al respecto. Por tanto, lo que ha querido es sugerirnos que, ante la obligada ignorancia que no permite hacer componendas, vivamos honradamente como hijos fieles a Dios, a la verdad, a la caridad, a la conciencia. Sigamos caminando al amparo de María Santísima porque no sabemos ni el día ni la hora. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

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