San Lucas, al recordarnos estas fuertes palabras de Jesús, nos está invitando a la perseverancia, a vivir con tensión, en guerra con la vulgaridad que usurpa nuestra identidad. La Palabra nos pide ser quien somos para que en la dificultad no desfallezcamos. Este pasaje de san Lucas tiene un mensaje claro. Frente a la persecución no es necesario preparar la defensa. Jesús mismo protegerá a su comunidad si se mantiene firme. De esta manera tendrá ocasión de «dar testimonio». Sí, la clave está en eso: «mantenerse firmes» ante un mundo tan cambiante y tan vacío de valores que ataca al creyente a cada momento. Los discípulos–misioneros seremos siempre perseguidos y entregados a los poderes para que demos testimonio manteniéndonos firmes en la fe. Cada día se nos ofrece el momento o la ocasión para el «testimonio». Esta palabra que en griego es «martirion». Los testigos son los «mártires». Con todo esto, llegando ya al final del año litúrgico, el Señor nos habla con claridad y nos invita a que no perdamos el tiempo en teorizar cómo será el juicio final y nuestro encuentro definitivo con Dios, cómo acabará la historia de este mundo en que vivimos. Eso no lo sabemos, ni lo podemos cambiar.
Lo que sí está en nuestras manos es el adoptar una postura que es racionalmente, prudente y sabia, y, espiritualmente, segura: vivir haciendo el bien conforme al dictamen de la Palabra del Señor y de nuestra conciencia manteniéndonos firmes en lo que creemos, aceptando con amor todas las consecuencias que nos vengan por confesarnos hijos en el Hijo y perseverando sin claudicar de nuestro compromiso con Cristo cuando la persecución arrecie. Si nos mantenemos firmes, conseguiremos la vida recordando aquellas otras palabras de Jesús: «Bienaventurados serán ustedes cuando los injurien y los persigan, y digan contra ustedes toda clase de calumnias por causa mía. Alégrense y regocíjense, porque será grande su recompensa en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes». Que María nos ayude a mantenernos firmes. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario