miércoles, 1 de septiembre de 2021

«El ejemplo del Señor Jesús»... Un pequeño pensamiento para hoy


Leyendo, meditando y estudiando el Evangelio, vamos viendo que lo que Jesús anunció en Nazaret, al principio de su ministerio, lo va cumpliendo. Allí dijo, aplicándose la profecía de Isaías, que había venido a anunciar la salvación a los pobres y curar a los ciegos y dar la libertad a los oprimidos. Hoy el Evangelio de San Lucas (Lc 4,38-44) nos presenta uno de los programas de las jornadas de Jesús. Al salir de la sinagoga cura de su fiebre a la suegra de Pedro, impone las manos y sana a los enfermos que le acercan, libera a los poseídos por el demonio y no se cansa de ir de pueblo en pueblo «anunciando el Reino de Dios». En medio de todo, busca momentos de paz para rezar personalmente en un lugar solitario.

¡Qué buen detalle de los evangelistas de irnos transmitiendo los hechos y dichos de Jesús! Los evangelistas nos van narrando el itinerario de vida del Mesías que se acerca a todos anunciando el Reino de Dios para que todos conozcan y amen a su Padre. ¡Qué bonito que detallan los hechos! Me llama la atención que San Lucas dice que Jesús, en medio de una jornada con un horario intensivo de trabajo y dedicación misionera, encuentra momentos para orar a solas pero no quiere instalarse en un lugar donde le han acogido y le ha ido muy bien. El dice que «también a los otros pueblos hay que anunciar el Reino de Dios». 

Me gusta mucho el Evangelio de hoy porque nos ayuda a ver, como discípulos–misioneros, el ejemplo del Señor y evitar dos peligros que siempre acechan: el activismo exagerado, que lleva a descuidar la oración, y la tentación de quedarse en el ambiente en que se es bien recibido, descuidando la universalidad de la misión. El espíritu de servicio y la necesidad de encontrar espacios para la oración habrá de ser la tónica del grupo de los que siguen a Jesús. No cabe duda, luego de ver detalladamente este pasaje, de que toda la vida de Jesús —sobre todo en la visión de San Lucas— fue «un pasar por el mundo haciendo el bien y curando a los poseídos por el diablo» (Hechos 10, 38) y para eso se necesita orar. De este modo la Iglesia, comunidad continuadora de las palabras y obras de Jesús se vuelve en todas sus expresiones hacedora del bien, perpetuadora de la capacidad orante de Jesús con María, para anunciar todo aquello que hace posible el bien: la verdad, la justicia, la libertad... la paz. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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