miércoles, 22 de septiembre de 2021

«Apostólicos y contemplativos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Toda la vida del discípulo–misionero de Cristo ha de ser una vida evangelizadora y, a la luz del Evangelio de hoy, podemos encontrar en concreto que debemos ser en todo momento, apostólicos y contemplativos, como decía la beata María Inés Teresa. El Evangelio de este día (Lc 9,1-6) toca el punto, pues nos habla de la invitación que Jesús hace a estar con él —reunió a los Doce— y a ser enviados —les dio poder y autoridad—, es decir, a contemplarle y a misionar. Pero, ¿qué se necesita para vivir en plenitud estos dos aspectos de la tarea que se nos encomienda, como a los Doce? Por lo visto y de acuerdo a esta enseñanza de Cristo, nada material, simple y sencillamente la disposición para estar con él, para ser de los suyos y ser enviados actuando en su nombre. Así, Lo que hoy nos muestra san Lucas es como un ensayo de «nueva evangelización» a cargo de los seguidores de Cristo: Anunciar la Buena Noticia de Cristo. Vivir para el Señor y con el Señor

Para realizar el encargo que tenemos como discípulos–misioneros, Jesús encomienda a los Doce y en ellos a todos nosotros, un estilo de actuación que se vive en austeridad, sin demasiadas provisiones para el camino. Él avisa, a quien quiera estar con él y ser enviado en su nombre, que, además, en algunos lugares el mensaje se acogerá bien y en otros, no. Se puede decir que durante más de dos mil años se está cumpliendo la última afirmación del Evangelio de hoy: «Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes». ¡Cuánto bien corporal y social ha hecho la comunidad cristiana formada por los discípulos–misioneros de Cristo, además del bien espiritual, sacramental y evangelizador!

Hoy, Jesús continúa enviando a la comunidad cristiana para que viva junto a él y anuncie el Reino. La comunidad debe tomar esta invitación a estar con él y a anunciar la Buena Nueva con hechos concretos, como algo de lo cual depende su vida, pero debe, a la vez, recurrir a los medios adecuados. La evangelización no se puede realizar con perfiles de campaña publicitaria, como hace el mundo con muchos de sus productos. Quienes hablan del Dios providente, del padre bueno y cariñoso que nos ama, no deberán ir cargados de provisiones. El auténtico evangelizador lleva el mensaje del Señor «incorporado», con sencillez, en su vida. Por eso los discípulos–misioneros de hoy: laicos, sacerdotes, religiosos, lo que debemos tener siempre delante de los ojos, como lo fundamental, es que estamos trabajando por el Reino de Dios, no por nuestro propio Reino, y que este Reino se construye con el testimonio de la austeridad y de la sencillez de vida. Que María Santísima, que supo contemplar al Señor y actuar siempre en su nombre, nos ayude a vivir así. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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