jueves, 30 de septiembre de 2021

«El anuncio de la Buena Nueva»... Un pequeño pensamiento para hoy


En la tarea de llevar la Buen Nueva, el campo de acción para Jesús, desde el inicio, es muy amplio, aunque va empezando por los más cercanos hasta enviar, antes de subir a la derecha del Padre, a sus discípulos, a predicar a todas las naciones. El campo misionero se extiende hasta los últimos rincones de la tierra y la tarea de llevar la Buena Nueva es de todo bautizado. Hoy, en el Evangelio (Lc 10,1-12) Jesús nos recuerda que como en aquellos tiempos, que «la cosecha es mucha y los trabajadores pocos». Me viene a la mente una reflexión que en su momento hacía el Papa —emérito ahora— Benedicto XVI cuando decía que pusiéramos atención a este pasaje y viéramos que Jesús no propone una campaña publicitaria, como se usa hoy en día para promover las cosas, sino que invita, en primer lugar, a recurrir al Padre, «al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos», destacando así la necesidad de orar para que haya más y más evangelizadores.

Así, de entrada y ante esa falta de trabajadores —que por lo visto no es sólo una deficiencia de nuestra época» Jesús llega a la única solución: la oración. Es para él evidente que la llamada a ser sus discípulos–misioneros es una gracia, un don de Dios. Más tarde dirá san Pablo: «Es por la gracia de Dios que soy lo que soy» (1 Cor 15,10). Habrá que analizar hoy si en nuestra oración diaria rogamos al Señor que envíe trabajadores y si en esa oración pedimos también que a nosotros nos fortalezca para que desde nuestra condición de discípulos–misioneros, seamos esos trabajadores eficaces y eficientes, recordando que un misionero anuncia el Reino de Dios, más que con palabras, ante todo, por su modo de vivir. 

«¡Pónganse en camino!» nos dice Jesús como les dijo a aquellos setenta y dos. La invitación tenemos que sentirla ahora para nosotros, para tantos cristianos, sucesores de aquellos discípulos, que intentamos colaborar en la evangelización de la sociedad, como misioneros, generación tras generación. Todo discípulo se debe sentir misionero. De forma distinta a los doce y sus sucesores, es verdad, pero con una entrega generosa a la misión que nos encomiende la comunidad. Los que nos sentimos llamados a colaborar con Dios en la salvación del mundo, haremos bien en revisar las consignas que nos da Jesús: rezar sabiendo que vamos «como corderos en medio de lobos» sin llevar demasiado equipaje, que nos estorbaría. Hay que tomar en cuenta que el encargo que nos hace el Señor es tan urgente, que no podemos perder el tiempo por el camino, en cosas superfluas. Lo importante es que vayamos anunciando: «está cerca de ustedes el Reino de Dios", y comunicando paz a las personas sin hundirnos si nos rechazan... ¡Hay mucho que hacer! Pidamos a María Santísima que nos acompañe en esta encomienda. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

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