martes, 10 de agosto de 2021

«Como el grano de trigo»... Un pequeño pensamiento para hoy


Algunas veces, la lectura continuada del Evangelio en la liturgia de la palabra de la Misa diaria, se entrecorta porque se insertan fiestas o celebraciones de suma importancia en la Iglesia. Una de ellas es la fiesta que celebramos hoy al recordar al diácono san Lorenzo, un mártir muy popular. A pesar de ser lejano en el tiempo (murió en el año 258), su memoria está viva en el pueblo cristiano. En esta fiesta se nos propone un evangelio luminoso (Jn 12,24-26). Jesús nos recuerda que «el grano de trigo seguirá siendo un único grano, a no ser que caiga dentro de la tierra y muera; sólo entonces producirá fruto abundante».

Estas palabras evangélicas retratan a la perfección al diácono Lorenzo y a todo aquel que como él, quiera ser un auténtico discípulo–misionero de Cristo. Él supo entregar la vida y por eso es fuente de vida. Esas palabras, que encontramos en el Evangelio de hoy, son la respuesta a Felipe, a Andrés y a unos griegos que habían mostrado mucho interés en conocer a Jesús. El Señor no aprovecha su tirón popular para presentar un mensaje acomodaticio, al gusto de sus admiradores. No lo hace porque no quiere engañarlos. Los ama tanto que les revela dónde está el secreto de la verdadera vida. Se lo dice con la parábola del trigo y se lo dice también abiertamente, para que no se sientan frustrados en su griega racionalidad: «Quien vive preocupado por su vida, la perderá; en cambio, quien no se aferre excesivamente a ella en este mundo, la conservará para la vida eterna». ¿Se puede decir esto más claro?

No se produce vida sin dar la propia; amar es darse sin escatimar, hasta desaparecer, si es necesario. Sólo quien no teme a la muerte puede entregarse hasta el fin, llevando su vida a su completo éxito. Ser discípulo–misionero significa colaborar en la tarea de Jesús, aun en medio de la hostilidad y persecución, aún en medio de la calamidad; el que colabora se encuentra, como Jesús, en la esfera del Espíritu, en el hogar del Padre. El hombre libre posee su vida, su presente, y en cada presente puede entregarse del todo: la entrega total en cada momento es el significado de «morir». A éste «lo honrará el Padre», como termina diciendo el Evangelio de hoy. Sigamos dando la vida, como María, como san Lorenzo, como todos aquellos que han dejado esparcida la semilla de la Buena Nueva. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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