sábado, 19 de junio de 2021

«Reconocer la presencia y acción de Dios en nuestra vida»... Un pequeño pensamiento para hoy

El texto evangélico de hoy (Mt 6,24-34) y en el que baso la reflexión de este día como a diario lo hago meditando en torno al Evangelio, toca el tema de la Divina Providencia y nos ayuda con ello a revisar la relación que tenemos con los bienes materiales. El pasaje trata dos asuntos de distinto peso: nuestra relación con el dinero y nuestra relación con la Providencia Divina. Una vez más, como en estos días anteriores, Jesús nos habla de su Padre, nos revela su paternidad, su amor infinito, su ternura que le hace inclinarse hacia nosotros, sus débiles hijos necesitados siempre y en todo de su ayuda. Y es, precisamente, nuestra pequeñez, nuestra debilidad humana, nuestra fragilidad lo que se convierte en nuestro llamamiento a la misericordia de Dios. 

Así, Jesús nos hace ver que estamos llamados a reconocer la presencia y acción de Dios en nuestra vida, en nuestra historia. La proposición de Jesús es muy clara y evidente: él nos invita a seguirle abandonándonos a la providencia amorosa de Dios nuestro Padre, a todos, nos dice hoy «no estén, ni anden agobiados…». Esto sólo se entiende si el Reino de Dios llega a ser el centro de todas nuestras preocupaciones, porque el Reino pide una convivencia, donde no haya acumulación, y donde haya un compartir, para que todos tengan lo necesario para vivir. El Reino es la nueva convivencia fraterna, en la que cada persona se siente responsable del otro, lo que para nuestros días pareciera tener plena y absoluta vigencia.

Y es que, como sociedad consumista, vivimos demasiado preocupados, siempre con prisas por las cosas materiales. Podríamos ser igualmente eficaces, y más, en nuestro trabajo si nos serenáramos, si no perdiéramos la capacidad de lo gratuito, si supiéramos, de cuando en cuando, «perder tiempo» con los nuestros, y no empezáramos a sufrir por adelantado por cosas que no sabemos si nos pasarán mañana: «a cada día le bastan sus propios problemas». Pidamos este día, con insistencia y de la mano de María, que nos dejemos enseñar por Jesús para buscar lo principal y no lo accesorio. Que cada día demos importancia a lo que la tiene, y no dejarnos deslumbrar por necesidades y valores que no valen la pena. Sobre todo, que busquemos «el Reino de Dios y su justicia». Lo demás vendrá por añadidura. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

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