martes, 15 de junio de 2021

«Amor hacia los enemigos»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio siempre acontece y perennemente nos lleva a amar en plenitud. Amar no al estilo del mundo, sino al estilo de Dios, como lo muestra el trozo evangélico que la liturgia de la palabra de Misa propone para el día de hoy (Mt 5,43-48). Lo que Jesús nos regala en su Evangelio, es la propuesta de un hombre nuevo superador de las cadenas del egoísmo y de la venganza. Jesús predicó que no basta amar a los que nos aman —lo cual es siempre fácil, porque sale de dentro y lo hacen hasta los que no creen en Dios—, sino también a los que no nos son agradables, y a los que nos perjudican, incluso a los que nos quieren mal o nos causan mal, los enemigos.

Una comunidad cristiana, según enseñó Jesús, debe ser más que un grupo de hermanos bondadosos entre sí. Deben ser hermanos capaces de perdonar y de perdonarse, de rogar por aquel que les daña y de devolver bien por mal. Una comunidad cristiana debe estar formada por gente que cada día, como decía la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento «se ve siempre con ojos nuevos». Aquí los argumentos racionales no son los principales: por encima está el ejemplo del Padre Celestial, que actúa con nosotros siempre devolviéndonos bien por mal, ya que a pesar de nuestros pecados igual gozamos de los bienes naturales como si fuésemos buenos. Ante la sociedad que se mueve bajo los criterios de la ley de la compensación, del amor interesado o incluso de la venganza, el Reino de Dios se yergue como una verdadera alternativa.

El amor hacia los enemigos es el elemento que asegura la integridad de la doctrina cristiana, es el vértice donde Jesús ha puesto todo el contenido de su proyecto, cambiando la ley antigua por una norma más exigente, la del amor sin límites sin restricciones. De esta manera, los discípulos–misioneros de Cristo hemos de construir nuestra vida desde la paradoja del amor, la oración y el perdón, incluso a los enemigos, como la norma central de la vida y la misión. Para Jesús, el nuevo estilo de vida conlleva el atenerse al espíritu de la ley y no a la letra de la misma. Ahora nos toca a nosotros actuar de la misma manera como actuó Jesús frente a la Ley, dejando todo legalismo alienante y vivir en verdadera libertad. Pidamos con María a Cristo que sea él quien siembre en nosotros su mismo espíritu frente a las leyes y que podamos amar siempre yendo más allá. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

P.D. Quiero compartirles que hoy celebra su XXV aniversario de ordenación sacerdotal el padre Luis Gerardo Montemayor Guerrero, hermano de congregación y un sacerdote muy generoso que ha ido respondiendo al llamado de Dios en las diversas encomiendas que ha recibido. Dios siga haciendo muy fecundo su ministerio sacerdotal como misionero y religioso del instituto de los Misioneros de Cristo para la Iglesia Universal. ¡Muchísimas felicidades padre Luis!

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