Como en las reflexiones de este año estoy siguiendo el Evangelio de cada día, voy directamente a la escena que san Mateo nos presenta (Mt 7,6.12-14) para reflexionar en lo que Jesús nos dice en la parte final: «Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición». En los versículos 13 y 14 de este capítulo 7 de san Mateo, Jesús usa esta imagen muy curiosa. La de una puerta pequeña y el camino angosto que conducen a la vida y la puerta ancha y el camino espacioso que conducen a la perdición. San Mateo contrapone el camino de la muerte y el de la vida. Por tanto, seguir a Jesús significa tomar una opción difícil, dura, pero certera, como lo indican las imágenes: La salvación o la perdición. Por tanto, es preciso elegir entre estos dos modos de vida que son antagónicos.
Contraponer la puerta estrecha y la puerta ancha, es un modo sapiencial de exponer dos formas de conducirse en la vida: la de quienes buscan la voluntad de Dios buscando la santidad y la de quienes se contentan con realizar la suya propia. Esto no tiene nada que ver con un Dios tacaño, raquítico, que regala su gracia a cuenta gotas y a regañadientes sino con un Dios que nos ha creado libres. Así expone Jesús la necesidad de la decisión personal para entrar en el reino. No hay que dejarse arrastrar por lo que todos hacen; hay que salirse de la corriente para atinar con la vida. No es difícil entrar por la puerta angosta; sólo que la mayoría de los hombres, deslumbrados por lo más aparente, ni se da cuenta de que existe. La beata María Inés Teresa supo elegir la puerta angosta y hacer de su vida un himno de alabanza a Dios dándole sentido a todo lo que hacía. Su obra está ahora en 15 naciones y sigue creciendo. Pidámosle a María que ella nos ayude a saber elegir esa puerta angosta y alcanzar nosotros también la salvación. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
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