Por eso Jesús les invita a aquellos primeros seguidores a «tener valor» porque él es la fuente de la paz —Encontrarán la paz en mí— y porque con él la victoria es posible —Yo he vencido al mundo—. La fe verdadera tiene por objeto a Jesús en la cruz (Jn 19,35) como manifestación suprema del amor de Dios (Jn 3,16) y su fuerza salvadora (Jn 3,14s). Jesús conoce a sus discípulos–misioneros mejor que ellos mismos. Jesús anuncia a los suyos las luchas que enfrentarán en el mundo, cuando los odien por el Evangelio y los persigan por su nombre. La lista de las persecuciones contra la Iglesia es bien larga y más larga todavía es la lista de los mártires. El valor con el que tantos cristianos han enfrentado los tormentos proviene de la certeza en el cumplimiento de la palabra de Jesús: «No teman: Yo he vencido al mundo». Desde su cruz Jesús reina y rige la historia, mostrándonos que Dios se hace solidario con el dolor humano, se pone de parte de las víctimas que del mundo solo han recibido dolor y explotación.
Desde esta perspectiva, el mensaje del Evangelio de hoy viene a animarnos a ser, insisto, muy valientes. Estamos en la última semana de la Pascua y en espera del Espíritu que es quien dará fuerza y valor para vencer al mundo como lo venció Jesús. La lectura de este texto del evangelio de Juan, alienta nuestra confianza en Jesús y nuestra unión vital con él. Disponemos de la fuerza del Espíritu de amor con que Jesús fue fiel hasta la muerte —hasta la victoria sobre la maldad del mundo y sobre la muerte en cruz— en su misión por la vida de la justicia y del amor solidario del Reino de Dios. Misión que nosotros, como sus discípulos–misioneros debemos proseguir en nuestros días, unidos a él. Elevado el Señor Jesús a los cielos —ayer celebramos la Ascensión—, enviará su Espíritu sobre nosotros, como lo hizo sobre los primeros apóstoles, para confirmar nuestra fe e impulsarnos a la misión. Sólo hará falta que nosotros vivamos, con el corazón abierto, como María y aquellos primeros seguidores de Cristo, a la espera de su llegada misteriosa, reunidos en oración. Sigamos avanzando en nuestra Pascua hacia Pentecostés sin olvidar el valor inmenso de la entrega de Cristo en la cruz. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario