La Iglesia celebra hoy la fiesta de «La Cátedra de San Pedro». Una celebración muy antigua, atestiguada en Roma desde el siglo IV, con la cual se da gracias a Dios por la misión encomendada al apóstol san Pedro y a sus sucesores. La «cátedra», literalmente, es la sede fija del obispo, puesta en la iglesia madre de una diócesis, que por eso se llama «Catedral», y es el símbolo de la autoridad del obispo como pastor, y en particular de su «magisterio», es decir, de la enseñanza evangélica que, en cuanto sucesor de los Apóstoles, está llamado a conservar y transmitir a la comunidad cristiana. Cuando el obispo toma posesión de la Iglesia particular que le ha sido encomendada, llevando la mitra y el báculo pastoral, se sienta en la cátedra. Desde esa sede guía, como maestro y pastor, el camino de los fieles en la fe, en la esperanza y en la caridad. Esta celebración recuerda además la potestad conferida por Cristo al Apóstol cuando le dice, según relata el Evangelio de hoy (Mt 16,13-19): «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella».
La cátedra del obispo es su sede desde la que preside la liturgia. En ella solo se sienta el obispo u otro miembro del Colegio Episcopal al que aquel le conceda permiso. Por eso vemos que cuando un sacerdote celebra en el altar de una Catedral, no se sienta nunca en la cátedra episcopal sino en una sede o silla distinta. La cátedra es signo visible de la presencia en la diócesis del sucesor de los apóstoles. Es signo del magisterio y de la potestad del pastor en la Iglesia diocesana, según se lee en el Coeremoniale Episcoporum vigente. Y en la catedral el obispo celebra las mayores solemnidades, consagra el santo crisma y lleva a cabo ordinariamente las ordenaciones de los aspirantes al diaconado y al sacerdocio. La norma señala que la cátedra ha de ser única y fija, colocada de tal modo que se vea bien al obispo como presidente de la asamblea de fieles. También es signo de magisterio episcopal, por eso se aconseja a este que hable al pueblo de Dios desde dicha cátedra. Esta se halla en relación con el punto central de la catedral, que no es otro que el altar mayor. Como dice el Pseudo Dionisio Aeropagita, es la cátedra el lugar desde el que el obispo transmite la ciencia sagrada.
Es por eso que la liturgia de hoy se engalana con el salmo 22/23, que es uno de los más ilustrativos de la tarea del obispo. San Pedro, en la primera lectura de hoy tomada de una de sus cartas (1 Pe 5,1-4) nos presenta al Señor como Pastor supremo y se dirige a los pastores de las comunidades ciciéndoles que quienes actúen reconociendo esta realidad de ser guías del rebaño recibirán del Gran Pastor delas ovejas el premio inmortal de la gloria. Nosotros no somos pastores, ni tenemos una cátedra pero bien podemos preguntarnos: ¿somos capaces de reconocer en nuestras responsabilidades diarias la confianza que Dios pone en nosotros? Estos días el Papa Francisco, desde su Cátedra, realiza una difícil y ardua tarea en una reunión especial con los obispos presidentes de las Conferencias Episcopales y otros pastores en torno a un tema delicado que ha golpeado a la Iglesia en la la cumbre sobre los abusos sexuales en la Iglesia. No dejemos de orar por él y por todos los participantes. Desde Roma el Papa celebra hoy esta fiesta con los pies bien puestos en la tierra. Allí en Roma está su cátedra y está representada en la Basílica de San Pedro en la que fue donada por Carlos el Calvo al Papa Juan VIII en el siglo IX, con motivo de su viaje a Roma para su coronación como emperador romano de occidente. Este trono se conserva como una reliquia, en una magnífica composición barroca, obra de Gian Lorenzo Bernini construida entre 1656 y 1665. Con María oremos por el pastoreo y el magisterio del Papa al celebrar la fiesta de hoy. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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