jueves, 7 de febrero de 2019

«El salmo responsorial»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Libro de los Salmos es un libro de la Sagrada Escritura para ser recitado allí donde estemos: en el Templo, en casa, en la oficina, en un hotel, viajando, etc. Y así ha sido durante miles y miles de años tanto para judíos como para todas las denominaciones cristianas. Las palabras del Rey David, de Salomón y de los otros autores sagrados nos han acompañado en las buenas y en las malas. Es posible encontrar el Libro de los Salmos impreso en los más variados formatos y tamaños, no solamente como parte de la Sagrada Escritura sino en presentación aparte, desde los de bolsillo hasta grandes ediciones y en formato digital. Cada día, la Iglesia elige parte de alguno de ellos para recitarlo en la Santa Misa como parte esencial de la Liturgia de la Palabra. La recuperación del salmo responsorial es un fruto de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II y esto ha hecho posible también la reaparición de la figura del salmista, uno de los más estimados oficios litúrgicos al servicio de la palabra de Dios en la asamblea que poco a poco —aunque parezca que la Iglesia avanza en algunos aspectos muy lentamente— va recuperando su lugar, pues en muchos lugares «¡por cuestión práctica malamente!» no se distingue entre quien lee la lectura y el salmo y aún no se le da la debida importancia a este último, a veces recitándolo con la misma tonadita de siempre, haciendo que se le de poca importancia. 

Parece que la reaparición del ministerio del salmista está lejos todavía de ser una realidad plena en el acontecer diario de nuestras comunidades celebrantes. La escasa valoración del salmo responsorial, que en muchos lugares es sustituido sistemáticamente por otro canto cualquiera, significa un empobrecimiento de toda la Liturgia de la Palabra que, también a través del salmo resposorial, va dirigiendo nuestra vivencia de fe. Hoy la liturgia, por ejemplo, nos presenta el salmo 47/48 (2-3a.3b-4.9.10-11), una cántico en el que el salmista simplemente describe con sencillez la grandeza de Dios y su valor para ser bendecido. Este autor sagrado conecta esta bendición con un lugar: Jerusalén, descrita como la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. La idea de Jerusalén como un monte santo es una manera de pensar que provoca contraste con otro monte santo: el Monte Sinaí. Sinaí era tan santo que una cerca mantenía al pueblo de Dios apartado de él, so pena de muerte (Ex 19,12-13). El Nuevo Testamento desarrolla está comparación y contraste entre el Monte Sinaí y el Monte de Sion (Jerusalén) en Gálatas 4,24-26 y Hebreos 12,18-24. Esto nos recuerda que aunque el salmista en verdad tenía en mente la ciudad literal e histórica de Jerusalén, él también fue llevado por la inspiración del Espíritu Santo para también ver la idea de la ciudad de Jerusalén, la ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén (Ap 3,12 y 21,2). Los dos aspectos no se cancelan el uno al otro; se complementan, como muchas otras cosas en nuestra vida espiritual.

El salmo responsorial, aunque pequeño y repetido algunos días, este espacio que representa una meditación colectiva tras la lectura en la Misa diaria y entre las dos lecturas en el domingo debe tener su lugar «importante» no sólo en la Misa dominical, sino cada día, y a nosotros, discípulos—misioneros de Cristo, nos toca cuidar que éste no deje de ser proclamado y testimoniado junto con las demás lecturas bíblicas y el Evangelio, como nos propuso al comienzo de su pontificado el Papa Francisco: «Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción» (EG 15). ¡Con cuánta alegría recitaría María Santísima y el mismo Jesús los salmos! El estar en «el templo» condujo al salmista a considerar la misericordia de Dios. En muchas maneras el mismo templo testificaba hacia el pacto de amor de Dios para con su pueblo. Hoy nosotros recitamos la mayor parte de los salmos en este espacio sagrado en cada Celebración Eucarística. ¿Cómo nos conecta el salmo responsorial con la misericordia de Dios en esta época actual? ¡Bendecido jueves buscan orar con salmos y cánticos ante Jesús Eucaristía en adoración!

Padre Alfredo.

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