Satanás convocó a una convención mundial de demonios y en su discurso de apertura dijo: «No podemos evitar que los católicos vayan a la Iglesia. No podemos evitar que lean la Biblia y conozcan la verdad. Tampoco podemos evitar que se entreguen a una intima relación con su Salvador. Cuando llegan a esa situación, nuestro poder sobre ellos se rompe. Así que, dejémosles concurrir a sus Iglesias, dejémosles tener sus reuniones, pero robémosles el tiempo, así no tendrán oportunidad de desarrollar una relación con Dios. Esto es lo que quiero que hagan: ¡Distráiganlos durante todo el día!» ¿Cómo haremos esto?, gritaron los demonios. «Manténganlos ocupados en trivialidades e inventen innumerables cuestiones para ocupar sus mentes. Tiéntenlos a gastar, gastar, gastar, y pedir, pedir, pedir prestado. Persuadan a sus esposas a salir a trabajar por largas horas y a los maridos a trabajar 6 o 7 días cada semana, 10 a 12 horas diarias; así ellos podrán mantener ese estilo vacío de vida y estarán siempre cansados. Eviten que pasen tiempo con sus hijos y su familia se fragmentará. Sobre estimulen sus mentes. Mantengan continuamente sus TV, sus grabadoras, sus CD y sus computadoras encendidas. Asegúrense que cada negocio y restaurante en el mundo pase constantemente música popular; ello contribuirá sutilmente a llenar sus mentes y romper su unión con Cristo».
Satanás, emocionado, proseguía con su discurso: «Llenen las mesas con revistas y diarios. Repiqueteen en sus mentes con noticias mundiales 24 horas al día. Invadan las rutas con anuncios panorámicos. Inunden sus buzones con catálogos, publicidades y toda clase de propaganda y promoción ofreciendo productos gratis, servicios y falsas esperanzas. Presenten hermosas y delgadas modelos en revistas, películas y TV, así los esposos creerán que la belleza exterior es lo importante, y quedarán insatisfechos con sus esposas. Mantengan a las esposas muy cansadas. Denles dolores de cabeza, también. Si no les dan a los esposos el amor que ellos necesitan, ellos comenzarán a buscarlo afuera. Esto fragmentará la familia rápidamente. Denles cosas que les distraigan del verdadero significado de Navidad. Denles signos para no hablar de la Resurrección y el poder de Cristo sobre el pecado y la muerte. Hagan que al regreso de sus recreaciones estén exhaustos. Logren que estén tan ocupados que no puedan ir a observar la naturaleza y el reflejo de Dios en la Creación. Envíenlos a los parques de diversiones, eventos deportivos, juegos, conciertos, y cines, en su reemplazo. Manténganlos ocupados, ocupados, ocupados. ¡Ah!, cuando se reúnan para una reunión espiritual, procuren que estén atentos a chismes y habladurías para que concluyan con conciencias preocupadas. Llenen sus vidas con muchas cosas triviales de tal modo que no les quede tiempo para escuchar la Palabra. Pronto ellos estarán trabajando en su propia fuerza, sacrificando su salud y su familia». ¿Esto funcionará? ¡Era realmente un gran plan!
Los demonios se fueron ansiosos a sus puestos asignados procurando que los católicos en todos lados estuvieran más ocupados y apurados, yendo de aquí para allá, teniendo muy poco tiempo para Dios o sus familias o para hablarles a otros del poder de Jesús. ¿Tuvo el diablo éxito? ¡Tú eres el juez! Hoy la liturgia nos ofrece uno de los salmos penitenciales, el salmo 31/32. Una acción de gracias al Señor por el perdón de los pecados del fiel que se ha arrepentido. La confesión de éstos y la obtención del perdón es la posesión de la salud total. La alegría que inunda al que ha sido perdonado de sus culpas lo hace compartir su gozo invitándonos a alabar a Dios. Quizá nosotros también, como el sordo y tartamudo del Evangelio (Mc 7,31-37) necesitamos que el Señor nos abra los oídos y nos destrabe la lengua para tener tiempo de escuchar su Palabra y proclamarla con nuestra vida. Pidámosles a la Santísima Virgen María, Madre de los pecadores, que nos ayude, como «Auxilio de los cristianos» a no caer en las garras de Satanás que confunde y aleja de Dios de una manera tan sutil como lo expresa este cuento que me encontré por ahí. Cada viernes del año es penitencial y nos da la oportunidad de agradecer al Señor que se entregó por nosotros para salvarnos corrigiendo lo que haya que cambiar en nuestras vidas. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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