Sólo un ser humano libre y consciente es capaz de convertirse en modelo y guía para los demás. Pues, mientras la persona se mantenga envuelta por ambiciones, egoísmos y violencias vivirá con la cabeza metida entre un hueco y no será capaz de ver. María santísima, la Madre de Dios, por eso pudo convertirse en un modelo a seguir y en una guía hacia el encuentro con Cristo.
En el Corazón misericordioso de nuestro Dios fue formando el suyo y por eso late al unísono de ese Corazón Sagrado que nos alcanzó la salvación. EL día de hoy la Iglesia nos invita a dirigir nuestra mirada a la Virgen en su advocación de «Nuestra Señora de los Dolores». El Evangelio de esa memoria (Jn 19,25-27) nos muestra a la Virgen Santísima presente, con inmenso amor y dolor de Madre, junto a la cruz en el momento de la muerte redentora de su Hijo, uniéndose a sus padecimientos. La representación pictórica e iconográfica de la Virgen Dolorosa mueve el corazón de los creyentes a justipreciar el valor de la redención y a descubrir mejor la malicia del pecado.
Desde los primeros años de vida de Jesús, María sufrió dolores y ansiedades propios de la maternidad. Por la profecía de Simeón, ella supo que una espada le atravesaría el alma. Poco después, la Sagrada Familia tuvo que huir a Egipto para salvar a Jesús del Rey Herodes (Mt 2,13-23). Cuando Jesús tenía 12 años, ella, junto con José sufrieron el dolor de perderlo durante tres días en el Templo. El culmen de todo esto fue la Cruz. Encomendémonos a ella hoy y siempre. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
P.D. La noche de hoy México celebra un aniversario más de su independencia. Yo escribo desde esta nación que es mi patria de origen, aunque mi corazón misionero ya ha dejado pedazos en otras naciones con mucho amor. Les invito a que oren por este país tan necesitado de la gracia de Dios rogando que Nuestra Señora de los Dolores, vestida aquí de Guadalupana, interceda por la nación.
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