¿Dónde nació María? Esta es la otra pregunta que nos podemos plantear. La historia de Jerusalén apunta al lugar concreto: no muy lejos del templo en esos días, cerca de la piscina de Bethesda, cerca de la puerta de las ovejas. Hoy, se puede visitar allí la basílica de Santa Ana, de arquitectura románica simple y muy hermosa, y bajo tierra la gruta de la Natividad de la Madre de Dios, igualmente hermosa y brillante. ¡Nunca, definitivamente, será posible exagerar sobre un evento tan grandioso! Este es también otro misterio de nuestra fe, como la inmaculada concepción de la Santísima Virgen María, que precedió a su Natividad. Llena del Espíritu Santo desde el primer momento de su existencia, se convirtió en la nueva criatura, libre de todo pecado y maldad en la que Dios grabó su propia imagen y semejanza, para no ser eclipsado por nada, creando así la obra maestra de la bondad y la belleza, la cumbre de toda la creación.
¿Qué le podremos dar como regalo de cumpleaños a María? Primero, le ofrecemos nuestra obligación de respetar el cuarto mandamiento de Dios: «Honra a tu padre y a tu madre». La tradición nos dice que María niña honró a sus padres y ella fue obediente con ellos. Fue obediente de la misma manera que Jesús le obedeció a Ella y a San José. Le regalamos también nuestro gran deseo de escuchar, como Ella, la voz de Dios y seguir sus instrucciones. Que Ella sea para nosotros, hoy y siempre, una pauta y un modelo a seguir. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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