Jesús pasa, mira a Mateo y le dice: «ven». Podemos imaginar la admiración de los que estaban cerca ¿Cómo era posible que Jesús llamara a este que era un traidor, un sinvergüenza? Mientras la mirada de los demás debe de haber sido de repudio, la mirada de Jesús hacia él es una mirada de invitación, de aceptación y de amor. Y esa experiencia de sentirse mirado por el Señor.
El relato nos dice que Mateo enseguida hizo un banquete en su casa en compañía de Jesús, sus discípulos y muchos pecadores. Era una fiesta para festejar la alegría de ese encuentro con el Señor, la alegría de haber sido llamado a cambiar de vida. La alegría de saber que Jesús vino a llamar a todos. Ahora, nuestra alegría es saber que nos llama también a ti y a mí. Que María nos aliente para responde al llamado con la inmediatez con la que san Mateo lo hizo. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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