El Evangelio nos cuenta también de la imagen de la casa construida sobre la roca es fácil de comprender: el empresario impaciente se contenta con sostener su casa sobre la arena, tierra superficial que recubre a la roca, sin preocuparse de cavar hasta llegar a ella y poner buenos cimientos. La imagen es similar a la de la semilla que penetra en la tierra o, al contrario, se queda en la superficie y muere (Lc 8. 5-8).
El Evangelio nos recuerda, además, que sólo puede haber eficacia en el campo de la fe cuando se deja lugar a la Palabra en lo más profundo de uno mismo. Los cristianos estamos invitados a profundizar y hacer crecer nuestra fe, a no conformarse con una fe sociológica o de motivaciones insuficientes. Miremos a la santísima Virgen para que ella nos aliente a seguir adelante, viviendo nuestra fe.
Padre Alfredo.
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