martes, 5 de septiembre de 2023

«¿A quién voy a tenerle miedo?»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy me detengo, para esta reflexión, en el salmo responsorial de la Misa de hoy, que es el salmo 26 —25 en la Biblia— porque me encantó la pregunta que se hace el salmista: «¿a quién voy a tenerle miedo?»  Me he dado cuenta que hay, en nuestros tiempos, católicos muy temerosos. Gente que se preocupa por todo y se llena de miedo; gente que tiene miedo del futuro, de su apariencia, del bajón que puedan dar sus finanzas, de si ese lunar en la espalda está creciendo o no. A lo largo de los años cada vez me doy más y más cuenta de que en este mundo no puede haber algo que nos haga temblar... ¡incluso ni las asechanzas del enemigo! porque, como dice el mismo salmista: «Ármate de valor y fortaleza y en Señor confía». He recordado, al ver las líneas de este salmo que la frase más común que Dios usó en la Biblia fue «no temas».

El miedo y la preocupación pueden consumirnos si no nos ponemos alerta y nos separamos de la confianza en el Señor, y es importante que los católicos, que somos una gran familia, nos sintamos respaldados por las oraciones de toda la Iglesia universal, que constituye, para nosotros, cualesquiera que sea nuestra vocación específica, una comunidad que nos sostiene y nos ayuda a ver con claridad que algunos miedos que nos pueden amenazar, afrontados desde la fe y la confianza en Dios, nos guían hacia la sabiduría. 

Ante la situación tan difícil de la sociedad actual, marcada por variadas y horrendas ideologías que surgen una tras otra y que se añaden a los graves problemas políticos y económicos que son innumerables, el futuro se presenta como lo que es, algo desconocido, y es difícil no saber qué sigue para nosotros y nuestros seres queridos. «¿Cuándo y cómo moriremos todos? ¿Nuestros hijos seguirán siendo católicos? ¿Sobrevivirán nuestros matrimonios o los de nuestros hijos a los años tumultuosos?»... estas son algunas de las preguntas que pueden acrecentar el miedo. Sin miedo debemos vivir como María, a la sorpresa de Dios seguros de que Él es la defensa de nuestra vida. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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