martes, 1 de agosto de 2023

«¡Cómo no bendecir al Señor en agosto!»... Un pequeño pensamiento para hoy


Comenzamos hoy, en un nuevo mes del año, agosto, un nuevo día que, en mi caso, como el de muchos otros, empieza con intensidad. Y es que en el camino de seguimiento de Cristo para hacerlo presente en mundo no hay espacio para una tregua. Todos, con sus anhelos, problemas, sueños, esperanzas, fracasos y triunfos, caben en el corazón del sacerdote misionero que entiende, como dice el evangelio de hoy (Mt 13,36-43), que el trigo y la cizaña crecen juntos y que siempre el Señor brinda un espacio para escuchar y alentar al que está triste y necesita compartir su pena, así como para animar al que se encuentra desalentado y acompañar al que está solo o ha sido descartado. Comienzo este octavo mes feliz y agradecido, porque, de alguna manera, agosto es mi mes, pues el próximo 4 celebraré 34 años de ser sacerdote misionero de Cristo, el 17 de agosto 43 años de haber iniciado mis estudios de seminario y el 28 mi cumpleaños número 62. ¡Cómo no bendecir al Señor en agosto!

Y es que uno se da cuenta de que Dios siempre siembra buena semilla, el trigo. Pero hay alguien —el maligno, el diablo— que siembra de noche la cizaña. A los discípulos, siempre dispuestos a cortar por lo sano, Jesús les dice que eso se hará a la hora de la siega, al final de los tiempos, cuando tenga lugar el juicio y la separación entre el trigo y la cizaña. Entonces sí, los «corruptores y malvados» serán objeto de juicio y de condena, mientras que «los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre». Por eso el sacerdote misionero tiene siempre su corazón abierto para ese trigo que sufre quizá al crecer en este mundo junto a la cizaña y recordar a todos que el juicio no nos corresponde a nosotros los hombres. Le pertenece a Dios y lo hará al final. Mientras tanto, el bien y el mal seguirán coexistiendo en nuestro campo. En todos los campos de la sociedad, aún en la Iglesia, como en el campo de la parábola, hay trigo y cizaña. Y en la red, peces buenos y malos, como nos dirá también Jesús.

Al que peor le tendría que saber que haya aparecido cizaña en su campo es al sembrador, que es Dios. Y, Él, en Jesucristo, nos enseña que hay que saber esperar, respetando la libertad de las personas y el ritmo de los tiempos. Eso sí, tenemos que discernir el bien y el mal —no todo es trigo— y luchar para que triunfen el bien y los valores que ha sembrado Jesús, y seguir rezando «venga a nosotros tu Reino» y «líbranos del mal», porque convivir con el mal que nos rodea y asecha no significa aceptarlo. Acogiéndonos a María santísima busquemos siempre estar fortalecidos en la fe mientras llega el tiempo de la cosecha. Yo mientras tanto sigo agradeciendo la caridad de Johny y Adriana, que me hospedan en su casa en mi querida selva se cemento, y el recuerdo de la comida y la tarde de ayer con Luz del Carmen y Carlos, mientras llega la hora de mi junta de trabajo del día de hoy. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario