El evangelio de hoy (Mt 14,22-33) me ha dado la posibilidad de animarlas recordando que en este pasaje evangélico san Pedro, se nos muerta como la figura del que confunde el entusiasmo un tanto presuntuoso con la fe, y no se da cuenta que debe su salvación a quien debió de haberle dicho: «¡Ayúdame a ir a ti!» y no solamente «¡Mándame ir a ti!». Estas mujeres consagradas, con las que me he reencontrado, han sabido descubrir, a lo largo de su vida, la promesa del apoyo de Jesús a todo el que cree y se han dejado en todo momento conducir por él.
Tendré ocasión más días, entre varias celebraciones de nuestra familia Inesiana, de seguir conviviendo con ellas y con algunos de nuestros hermanos Vanclaristas, dejándonos todos conducir en la fe por Jesús, que nos reúne en torno a él para festejar, sobre todo en la celebración de la Eucaristía, el gozo de vivir para él. Que María santísima siga siendo estos días de deleite, la compañera inseparable que nos lleve al encuentro con Jesús. ¡Bendecido domingo!
Padre Alfredo.
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