La confesión de Pedro hace referencia a lo que ocurre cuando confesamos a Jesús como nuestro Salvador. El llamado de Jesús implica constituirnos en nuevas criaturas (2 Co 5,17) con un nuevo propósito de vida y una nueva misión. El ser discípulos–misioneros que podemos definir claramente quién es Jesús implica: 1) Un encuentro con Jesús con la confesión de este como el Cristo; 2) Seguirlo; 3) Aprender sus enseñanzas como nuevo modo de vida; 4) Ponerlas en práctica a través del servicio a Dios con la Iglesia y desde la Iglesia a otras personas; y 5) Proclamar el Evangelio a toda criatura sin distinción de clase, lengua o nación. Pedro, a la cabeza de los discípulos sabe dar una respuesta concreta que le hace descubrir y revelar a los demás la identidad que nos debe marcar: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
La sociedad evaluará nuestro propósito y misión según el modo en que la iglesia viva dicha identidad hoy, ya sea a través del servicio individual de la persona creyente o de esta con la comunidad de fe. La verdad es que allí donde se proclame el Evangelio, se celebren los sacramentos, se ofrezca servicio en amor a quienes participan de la comunidad de fe y a quienes están fuera, y se brinde ayuda a la persona pobre, necesitada o descartada, garantizando la realidad del Reino de Dios entre nosotros, allí estaremos viendo de manera continua las marcas de la identidad de la iglesia. Que María santísima nos ayude a mantener clara nuestra identidad. ¡Bendecido domingo!
Padre Alfredo.
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