sábado, 12 de agosto de 2023

«Esta mañana en el Tepeyac»... Un pequeño pensamiento para hoy

Luego de haber participado en la peregrinación de la arquidiócesis de Monterrey al Tepeyac para encontrarnos con la dulce morenita, santa María de Guadalupe Madre de Dios, escribo nuevamente desde el aeropuerto, ahora desde el Benito Juárez en espera de mi vuelo a Guadalajara. Me llena de gozo saber que si Dios permite saludaré a mis queridos hermanos y amigos Vanclaristas Arcadio y Silvia y mañana domingo celebraré la Eucaristía en la «Casa del Tesoro», espacio de nuestra familia Inesiana donde están las hermanas Misioneras Clarisas enfermas o disminuidas en algunas de sus funciones por el peso de los años o el agobio heredado de la misión.

Ilumina mi reflexión de hoy el libro del Deuteronomio, de donde está tomada la primera lectura (Dt 6, 4-13) y en la que resuena el «Shemá, Israel» —«Escucha, Israel»—. Aún ahora con estas palabras comienza la oración cotidiana de los judíos fieles. Ciertamente Nuestro Señor hizo esa plegaria todos los días de su vida porque constituye el corazón de la Fe judaica. El mismo Jesús hizo que recitase este pasaje el hombre que le hizo la célebre pregunta: «¿Qué debo hacer para obtener la vida eterna?» Y, prolongando esa enseñanza de Moisés, Jesús relató la parábola del «buen samaritano» (Lucas 10, 25-37). ¡Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor!

Nuestra fe, como la de los judíos, no es ante todo una religión natural que el hombre ha podido descubrir reflexionando, sino una religión revelada. En una fe que procede de la «escucha» de Dios. Por eso, en esta tarde, podemos pedir al Señor que nos conceda que le escuchemos más. Que le escuchemos como María, siempre atenta a las palabras de Dios para seguir su voluntad. Que le escuchemos en la oración, en el silencio y en los acontecimientos del día a día, porque Él, lo sabemos, no para de hablar a quien le quiere escuchar. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

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