martes, 29 de agosto de 2023

«La escena del martirio de Juan el Bautista» Un pequeño pensamiento para hoy


La escena del martirio de san Juan Bautista, acapara nuestra atención al ver el evangelio de hoy (Mc 6,17-29) al celebrar esta memoria en su honor. Con lujo de detalles san Marcos nos narra esta escena de un martirio que, en la historia de la salvación, nuestras mentes y corazones leerán, a través de la flaqueza y perversión de los sucesos humanos, la intención de Dios, que saca de ellos la maravilla de un santo, la corona de un mártir que es venerado en toda la faz de la tierra. En su misión de precursor, el Bautista mantuvo un entusiasmo vivo —que etimológicamente significa «estar lleno de Dios»—, le preparó los caminos a Jesús, le allanó las rutas, le rebajó las cimas, lo anunció ya presente, y lo señaló con el dedo como el Mesías: «He ahí el Cordero de Dios» (Jn 1,36), hasta llegar a dar la vida por él y su reino.

Mientras yo sigo festejando con gratitud y asombro mi cumpleaños del día de ayer, san Juan se nos muestra como mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías había hecho a los predicadores: «Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar». El Bautista habló con la verdad, ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.

En mi condición de sacerdote, en mi labor de misionero, en mi ser y quehacer como religioso consagrado y en mi calidad de misionero de la misericordia, tengo que mirar detenidamente el testimonio de Juan y contemplar, como lo propone el Papa Francisco al comentar este suceso, que la vida tiene valor solo al darla, al darla en el amor, en la verdad, al darla a los demás, en la vida ordinaria, en la familia. Siempre al darla. Si uno toma la vida para sí, para protegerla —dice el Papa Francisco—, como el rey en su corrupción o la mujer con el odio, o la chica con su vanidad, la vida muere, la vida se marchita, no sirve. Que María nos ayude a predicar y defender siempre la verdad. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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