San Pedro, entonces, se adelanta y pregunta por las seguridades que les van a corresponder a los discípulos. Jesús lo ubica en la perspectiva correcta. Pedro no puede esperar las seguridades que ofrece este mundo, sino que debe luchar por el mundo nuevo, el que anuncia Jesús y que ellos no acaban de comprender. En este mundo nuevo, reinarán verdaderos seres humanos, con entrañas de misericordia, y darán a cada persona lo justo. Y sobre todo, los seres humanos disfrutarán de una existencia plena.
Con frecuencia, los creyentes nos recriminamos a nosotros mismos porque pensamos que nuestros esfuerzos apostólicos son inútiles y no tendrán recompensa alguna, porque no vemos los efectos. Jesús nos llama a ubicarnos en la perspectiva del mundo nuevo en el que lo importante no es la seguridad que proporcionan las cosas o el éxito alcanzado en las empresas que emprendemos, sino la existencia plena a la que tienen derecho todos los hijos de Dios experimentando su amor. Las cosas materiales van y vienen, el premio por seguir a Cristo y los valores del Reino que anuncia no está aquí sino en la vida eterna. Caminemos hacia esa meta de la mano de María. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
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