Pero, para mi reflexión, me centro en la fiesta que en la Familia Inesiana celebramos hoy. La beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento nos dejó a santa Clara, san Francisco de Asís y santa Teresita del Niño Jesús como patrones secundarios de esta obra misionera que brotó de su corazón. Así que estamos de fiesta festejando a esta maravillosa mujer que en mucho inspiró a nuestra beata madre fundadora debido a los 16 años que, como Clarisa de clausura, ella vivió. La celebración de esta mujer enteramente evangélica, es para nosotros, una invitación al redescubrimiento de la contemplación, de ese itinerario espiritual del que sólo los místicos tienen una experiencia profunda. Quien lee su antigua biografía y sus escritos —la Forma de vida, el Testamento y las cuatro cartas que se han conservado de las muchas dirigidas a santa Inés de Praga— penetra hasta tal punto en el misterio de Dios, que permanece casi deslumbrado. Esos escritos están tan marcados por el amor que en ella suscitó el mirar ardorosa y prolongadamente a Cristo, el Señor, como centro de la vida.
La beata María Inés admiró siempre su andar por este mundo haciendo vida el Evangelio que a diario leía y meditaba. En repetidas ocasiones Madre Inés se refiere a santa Clara en este sentido relacionado con su amor a la Palabra de Dios y al anhelo de vivir como una copia fiel de Jesús. En una carta de 1973, refiriéndose precisamente a nuestros santos patrones secundarios expresa: «Cuando leemos los Santos Evangelios encontramos ¡tan hermosos párrafos a meditar! Y son tan sublimes sus enseñanzas, que, si no nos partamos de ellas, fácilmente llegaremos a la santidad, como lo han hecho los santos que casi no ha sido otro libro de meditación para ellos que el santo Evangelio, como san Francisco, santa Clara, santa Teresita del Niño Jesús». Que santa Clara y María Santísima intercedan por nosotros. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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