Para muchos, esta serie de personajes de la vida político o de la farándula, son lo que salva su vida, lo que les da aliento para vivir, los que secundan sus falsas ilusiones. Pero los hombres y mujeres de fe nos preguntamos si todos estos «salvadores» ... ¿son el verdadero salvador que el mundo necesita? El Evangelio de este tercer domingo de Adviento (Mt 11,2-11) nos da la clave para saber si estos salvadores son el verdadero salvador. Basta situarnos ante la pregunta que Juan el bautista manda hacer a Jesús: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» ¿Qué respuesta pueden dar los abundantes salvadores de nuestro tiempo a esta pregunta? ¿Acaso pueden responder con la misma firmeza con que respondió Jesús?
Los pequeños salvadores actuales no están capacitados para salvar íntegramente al hombre. Quizá sean capaces de resolver uno o varios problemas, tal vez puedan dar al corazón y al alma un instante de tranquilidad, pero todo lo que pueden ofrecer es efímero, no son incapaces de salvar al hombre en su totalidad por más seguidores que tengan en sus doctrinas y en sus ideologías. El único salvador en plenitud es Cristo a quien esperamos de la mano de María en este Adviento. Ante él palidecen todas las grandezas humanas, incluso todos los montajes religiosos. Este domingo de Adviento nos invita a abrir el corazón para recibir al único que nos trae la salvación plena. ¡Bendecido tercer domingo de Adviento!
Padre Alfredo.
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