En el texto evangélico de hoy, Cristo declara que Juan no era «una caña sacudida por el viento», sino a un hombre justo que, como predicador, se negó a transigir en sus convicciones ante el repudio de Herodes. Juan proclamó los mandamientos de Dios sin temor a los demás, sin ceder nunca a la opinión popular. Todas las autoridades judías pasaron por alto en silencio el pecado de Herodes; pero Juan nunca pensó en hacerlo. Él se levantó contra ese pecado como una roca, mostrando absoluta fidelidad a Dios ya su Palabra. Se alió con Dios contra el pecado, aun cuando eso le costara la vida (Mt 14,3-12). Todo discípulo–misionero de Cristo debe tomar nota de ello, porque Cristo evaluará el carácter y la oposición contra el pecado que muestre cada uno (Lc 1,17).
Así, este es un buen día, dentro de nuestro camino del Adviento, para revisar cómo es que estamos anunciando a los demás la llegada del Jesús Mesías a nuestros corazones. Son días, definitivamente, en que todos participamos en fiestas cuya celebración gira en torno a la Navidad. Estamos, entre otras cosas, a punto de iniciar oficialmente las Posadas el día 16 y hemos estado ya celebrando anticipadamente el nacimiento de Cristo. El Adviento, acompañados de la figura de Juan el Bautista, nos acerca más al Señor por aquella que, en definitiva, fue quien nos entregó a Jesucristo: la Virgen. Sigamos acompañándola en estos días tan especiales en los que queda fresco el recuerdo de la Inmaculada y de Nuestra Señora de Guadalupe. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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