lunes, 19 de diciembre de 2022

«Vidas paralelas y el Renuevo de Jesé»... Un pequeño pensamiento para hoy


A partir de este día, en nuestro camino del Adviento, las dos lecturas de cada día, en la Misa presentan paralelismos y contrastes muy claros, según el estilo de «las vidas paralelas», para ayudarnos a entender los planes de Dios. Hoy, por ejemplo, escuchamos el anuncio del nacimiento de Sansón (Jc 13,2-7.24-25( y el de Juan el Bautista (Lc 1,5-25). Sansón debió ser un forzudo campesino, que llegó a hacer cosas increíbles. Ha sido Dios quien le ha elegido como instrumento en su plan de salvación para Israel. Le hace nacer de padres estériles, cuya oración escucha, y da su fuerza a este joven que ha quedado consagrado a Dios, que se sirve muchas veces de las personas más débiles, pero esta vez busca la colaboración de un hombre conocido por su mucha fuerza para que libere al pueblo de la opresión de los filisteos. Pero cuando Sansón se cree protagonista, y utiliza la fuerza para si mismo, Dios le retira su ayuda, y cae en manos de los enemigos.

En el evangelio, Dios interviene preparando el nacimiento del precursor del Mesías. También en este caso los padres son estériles: así se ve siempre más claro que es Dios el protagonista de nuestra historia de salvación. El hijo de Zacarías e Isabel se llamará Juan, llenará de alegría a todos, también estará consagrado a Dios, estará lleno del Espíritu y convertirá a muchos israelitas al Señor. Será el precursor de Jesús. En el anuncio del ángel se describe muy bien esta misión: «irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto».

Todo esto sintoniza muy bien con la antífona «O» de este día que dice: «Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos; ante quien los reyes enmudecen, y cuyo auxilio imploran las naciones: ven a librarnos, no tardes más». Esta antífona, que habla de Jesús como «un signo para los pueblos», nos hace ver que es Dios quien salva, también hoy. No debemos fiarnos de nuestras propias fuerzas: ni de las físicas como las de Sansón ni de las intelectuales o espirituales, si creemos tenerlas. Cuando Sansón se independizó de Dios perdió su fuerza. Por su parte, Juan el Bautista nunca se creyó el Salvador, sino sólo la voz que proclamaba cercano y presente a ese «Renuevo del tronco de Jesé que es Jesús. Que con María y José, a la luz de todo esto, nuestra actitud en vísperas de la celebración navideña sea la de una humilde confianza en el Señor. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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