sábado, 10 de diciembre de 2022

«El fuego del Adviento»... Un pequeño pensamiento para hoy


Empiezo hoy mi reflexión explicando por qué tuve que hacer una corrección en las fechas del nacimiento de san Juan Diego y de su canonización. Resulta que la MacBook Air que me regalaron en el 2014 René y Abby y que me acompaña por doquier desde entonces, ya da señales de ancianidad —hoy todo dura muy poco— y empezó a fallar al escribir las teclas del 1 al 4, por eso, sin percatarme de ello, ayer, que ya era bastante tarde, mandé la reflexión y hasta después me di cuenta de que esas teclas se pusieron rejegas y no quisieron escribir. Hoy la compu ya está en manos de Poncho, el experto en computación que siempre ha visto nuestras máquinas, a ver si puede hacer que resucite. Dios no abandona y escribo con una de las de casa de mi madre.

Seguimos en nuestro camino del Adviento y hoy surge, en la primera lectura de la Misa, la figura del profeta Elías, «el profeta de fuego» cuya palabra, dice la Escritura «quemaba como una llama». Elías entra en la historia bíblica de manera intempestiva, y en este tiempo de Adviento nos viene a recordar el fuego que el Mesías traerá para renovar la tierra y al mismo tiempo nos hace meditar en que el Señor vendrá nuevo y querrá encontrar nuestros corazones ardientes en la vivencia de nuestra fe. Estamos en Adviento pero ya todo habla de la Navidad, Si volteamos a todas partes, vemos mucha decoración a nuestros lados en comercios, oficinas, casas y algunas parroquias que ya han puesto todo lo de Navidad. Nosotros arreglamos para Navidad el día 13, para darle un lugar especial a Nuestra Señora de Guadalupe, como patrona principal de nuestra familia misionera.

Si Cristo vino una primera vez a traer el fuego de la fe que vaticinaba Elías... ¿qué ha pasado con ese fuego? ¿Estamos como sociedad, como familias creyentes, como discípulos–misioneros de Cristo, viviendo en ese fuego en el corazón? El Adviento es un tiempo fuerte de conversión. San Agustín decía que los cristianos debemos convertirnos, cada día, porque la naturaleza humana ha quedado herida por el pecado original y, en consecuencia, al igual que todos los hombres somos proclives a pecar. Es tiempo oportuno de avivar el fuego de nuestra fe. Pidamos a María santísima, a quien ayer celebramos en su Inmaculada Concepción, que nos ayude, que nos aliente, que nos disponga a recibir el fuego que trae Jesús para incendiar a todos en su amor. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

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