miércoles, 7 de diciembre de 2022

«Otro Adviento más»... Un pequeño pensamiento para hoy


Con cuánto gozo hemos de vivir este tiempo de Adviento en el que el Señor nos invita a abrir nuestro corazón para recibirlo en un clima de austeridad y de conversión a una vida mejor. ¿Cuántos Advientos llevamos en nuestra vida? Yo creo que, quienes comparten conmigo estos momentos de reflexión llevan, como un servidor, varios Advientos. ¿Cómo los hemos vivido? ¿Cómo hemos experimentado la cercanía del Señor, que viene a salvarnos? ¿Qué prácticas espirituales hemos intensificado en este tiempo de Adviento? Estas son solamente algunas preguntas que cada uno podemos hacernos.

El salmo responsorial de hoy, tomado del salmo 102, tiene un fragmento que reza así: «El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados». ¡Qué maravilla!, el Señor viene lleno de compasión y misericordia al encuentro de nuestra pequeñez y de nuestra miseria para llenarnos con su gracia. No viene a castigarnos o a fijarse en esa pequeñez nuestra para hacernos menos. No, él viene para llenarnos de gozo y esperanza donándonos una nueva oportunidad de convertirnos a una vida mejor. Él es así, compasivo y misericordioso. Abrámosle un gran espacio en nuestro corazón y en nuestras vidas.

En el lenguaje del mundo antiguo, la palabra «Adviento» era un término técnico utilizado para indicar la llegada de un funcionario, la visita del rey o del emperador a una provincia. Pero podía indicar también la venida de la divinidad, que salía de su escondimiento para manifestarse con fuerza. Los primeros cristianos adoptaron la palabra para expresar la relación con Jesucristo, el Rey que viene a entrar en esta pobre «provincia» denominada tierra para visitar, lleno de ternura y compasión a todos y llenarnos de su misericordia. Sigamos viviendo intensamente este tiempo de gracia y con José y María preparemos la llegada del Salvador a nuestro mundo, a nuestras casas, a nuestras comunidades y parroquias, a nuestro corazón. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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