Si en algo destacan estas dos celebraciones marianas —aquí en Monterrey hay que añadir la Virgen del Roble que se celebra el 18— es en la actitud gozosa de María, que llena de gracia recibe el anuncio del ángel con inmensa alegría y con esa misma alegría se encamina presurosa a servir a su parienta Isabel para muchos años después venir vestida de guadalupana a nuestras tierras.
Hoy al regresar al camino del Adviento, nos detenemos con una breve estación para celebrar a santa Lucía, virgen y mártir, una santa de los tiempos de la persecución del emperador Diocleciano allá por el año 304. Santa Lucía es patrona de los ciegos porque según se dice, en dos relatos hagiográficos, ella o era ciega o le sacaron los ojos en su martirio. Lo más maravilloso es que aquello no logró quitar de Lucía el gozo y la alegría de vivir eternamente para Dios. Y es que los santos, siempre miran a María y terminan siendo como ella, gozosos. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario