miércoles, 14 de diciembre de 2022

«San Juan de la Cruz y el Adviento»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy es día de san Juan de la Cruz, uno de los más grandes místicos de la Iglesia, alguien cuya espiritualidad ha influido mucho en otros hombres y mujeres de Dios que, sintonizando con este fraile carmelita, nos ayudan a profundizar en los diversos aspectos que sostienen nuestra fe. San Juan de la Cruz es, además, un poeta profundo que se sirve de la estrofa más genuinamente castellana, como es el romance. En estos romances se une la profundidad teológica con inspiración narrativa del comentario al inicio del Evangelio de San Juan: «En el principio era el Verbo». Él, en sus reflexiones, toma como eje el misterio central del cristianismo en la encarnación del Divino Verbo.

Todos sabemos que la espera y la preparación nunca son fáciles. El tiempo se alarga y la mente tiende a dispersarse por doquier. Sin embrago, la Iglesia nos enseña el sentido de la espera. El Adviento es esa espera. San Juan de la Cruz nos ayuda a vivir plenamente este tiempo privilegiado previo a la Navidad. El Adviento es tiempo de esperanza, de fe, de dilatación del deseo del corazón para recibir a Jesús: un tiempo para esperar con amor el amor. San Juan de la Cruz vivió por el “adventus” —la venida— de su amor más grande, Jesús, y lo buscó incansablemente, reconociendo sus propias limitaciones y dejándose moldear por él.

Durante el Adviento, la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la venida de Cristo y es precisamente eso en lo que se enfoca san Juan de la Cruz. Él nos invita a vivir una activa y pasiva espera, dejando que Dios trabaje en el corazón, en las actividades cotidianas que el hombre muchas veces no puede controlar. El Adviento implica espera, pero una espera que da esperanza, San Juan de la Cruz nos enseña que aunque nuestras dificultades —que no faltan— sean terribles y dolorosas, siempre debemos mantener la esperanza de que Dios está obrando. Con este santo que hoy la Iglesia celebra, y con ayuda de María santísima, pidamos que nuestros corazones sean transformados por la luz que brilla en la oscuridad y que la oscuridad no puede vencer. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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