viernes, 2 de diciembre de 2022

«Que se haga en ustedes conforme a su fe»... Un pequeño pensamiento para hoy


Este jueves 1 tuvimos la reunión de los sacerdotes de nuestro decanato, que comprende 8 parroquias y un centro de atención para estudiantes. En esta reunión tratamos asuntos diversos en torno a la vida pastoral y litúrgica de nuestras comunidades parroquiales y siempre se ofrece una comida a los sacerdotes que asisten. Por alguna razón —tal vez la temperatura de 14 grados centígrados, la llovizna y otras cuestiones— varios de los sacerdotes no asistieron y quedó bastante comida que consistía en una riquísima ensalada y tres guisos diversos muy de acá del norte de México, sopa y frijoles. Nos pusimos a pensar en qué hacer con la comida, como repartirla o donde guardarla congelada y Dios, al instante, en este tiempo de Adviento en que nos preparamos para su llegada en la segunda venida de Jesucristo y en el que nos preparamos también para revivir la primera venida del Señor en la Navidad, nos dio la solución. 

El Evangelio de hoy (Mt 9,27-31) tiene una frase que ilustra muy bien lo que aconteció: «Que se haga en ustedes conforme a su fe». Y es que saliendo de la parroquia, el padre Luis Gerardo, vicario de nuestra parroquia, al salir en su coche para dirigirse a la casa, vio en la plaza a un grupo de 8 personas que se veían que no eran de aquí. Me dijo: —son migrante de seguro. Y sí, en cuanto mi asistente les dijo que si querían venir a comer, ellos aceptaron la invitación, dispusimos mesas y sillas y estas dos mujeres y seis hombres que vienen migrando desde Venezuela desde hace más o menos tres meses y que quieren llegar a Matamoros, Tamaulipas se sentaron a comer agradeciendo a Dios la bendición de tener comida. Dijeron: — ¡esperábamos que nos dieran un taquito y no un banquete como este! Sí, el Señor hizo en ellos conforme a su fe, pues estaban pidiendo a nuestro Señor que les enviara comida para esperar a que pasara, a las 6 de la tarde, el tren de carga que va a Matamoros y poderse subir a un vagón. ¡Con cuánta gratitud y alegría comieron, bebieron y descansaron un rato!

En una amena plática después de que consumieron sus alimentos, nos compartieron al padre Luis y a mí su experiencia de haber salido de Venezuela primero caminando hasta llegar a Colombia para ser transportados en lancha por mar abierto y atravesar, unas horas caminando y otras en piraguas, la selva del Darién, que supone caminar poco más de 100 kilómetros entre el noreste de Colombia y el suroeste de Panamá. Este es el camino de miles de migrantes, muchos de los que mueren al cruzar este espacio que interrumpe la carretera más larga del continente, la ruta panamericana. Más de 133.000 personas cruzaron el año pasado con fines migratorios esta selva de las más peligrosas del mundo. Luego pasaron todo Centroamérica y llegaron a la frontera de México en Cd. Hidalgo, Chiapas. Desde allí vienen montándose en trenes de carga hasta llegar aquí. Pudiera escribir y escribir más de lo que nos contaron, pero me basta quedarme, para reflexionar, en esta frase del Evangelio de hoy: «Que se haga en ustedes conforme a su fe». Que María Santísima cuide a tantos y tantos migrantes, que, como este pequeño grupo que se ha ido conociendo a lo largo del camino, buscan un mejor sitio para vivir. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

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