domingo, 4 de diciembre de 2022

«Se vale soñar con una Iglesia de puertas abiertas»... Un pequeño pensamiento para hoy


La historia de la humanidad y la historia sagrada en particular, nos dejan en claro que todos los profetas son soñadores empedernidos. Este segundo domingo de Adviento, Isaías, un hombre de Dios, profeta y poeta al mismo tiempo, sueña en la primera lectura de la Misa de hoy (Is 11,1-10) con lo que ha de venir a la llegada del Mesías: la reunión de todos los pueblos de la tierra, el cese de todas las guerras y contiendas, la paz entre todos los hombres. Para eso utiliza imágenes que nos muestran una «nueva creación», una situación en donde no habrá fuerzas hostiles al hombre... donde el hombre no sentirá temor... donde los instintos agresivos estarán dominados... donde todos los hombres podrán convivir en paz unos con otros. ¡Qué necesario es a la humanidad de nuestros tiempos ese sueño y esa promesa! Una promesa que ya ha sido cumplida en la primera venida del Hijo de Dios y que espera llegar a su plenitud con su segunda venida.

Ayer sábado tuvimos aquí en la arquidiócesis de Monterrey, el último de los 7 encuentros de nuestra Asamblea Diocesana el cual estuvo dedicado a la dimensión de la Pastoral Familiar. El tema nos llevó a ver cuáles son los sueños que nuestra Iglesia tiene en torno a la familia, eje sobre el cual gira la vivencia de la fe fuera de nuestros Templos para impregnar el ambiente en el que, sumergidos los discípulos–misioneros de Cristo, ha de hacer el espacio que el Señor merece para tener un mundo mejor. ¡Se vale soñar como Isaías! Se vale caminar con esperanza de que lo que soñamos ahora se hará realidad no de forma mágica, sino con nuestro compromiso llevado a plenitud.

Más de 480 personas estuvimos en este encuentro eclesial que nos llena de esperanza. Obispos, sacerdotes, religiosos y muchos fieles laicos compartimos momentos de oración y de diálogo Buscando ser, no soñadores de ilusiones, sino soñadores de una realidad que, uniéndonos en familia de fe, nos llevarán a seguir construyendo la civilización del amor. Isaías, en la lectura de hoy, emplea una imagen muy expresiva: habla de un tronco del que brotará un renuevo, una rama nueva, llena de vigor. Es el Mesías, el Enviado de Dios. Sobre él descenderá el Espíritu de Dios con todos sus dones. Con el nacimiento del Mesías irrumpe el Reino de Dios en el mundo y en la historia humana y ahora esperamos su segunda venida mientras nos encaminamos al día en que celebraremos el gozo de recordar su primera venida. Que María santísima nos ayude a que nuestro sueño, se haga realidad. ¡Bendecido segundo domingo de Adviento!

Padre Alfredo.

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